Año CXXXIV
 Nº 49.227
Rosario,
domingo  02 de
septiembre de 2001
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Historia y más de un recuerdo

El más veterano de los dos colegios es el Superior. Nació en 1986 como Escuela Nacional de Comercio, con dos turnos -matutino y nocturno- y en un modesto local de la calle Buenos Aires. Eran "momentos de una ciudad exclusivamente mercantilista", según se lee en su página web, a la que se accede a través de la de la UNR (www.unr.edu.ar). Se inició con 26 alumnos y hoy son más de 1.500 los que estudian en sus salones. Sus instalaciones se mudaron a finales del 1800 a bulevar Oroño, donde hoy se ubica la sede de la Facultad de Ciencias Económicas, y en 1969 al actual edificio de calle Balcarce 1240.
"Yo me recibí en el 50 y ya en esa época la escuela tenía prestigio por sus profesores: Ruiz Gómez, de Matemática; el doctor Rotman, de Química; Paserini, de Contabilidad. Recuerdo que en tercer año nos recibíamos de peritos partidores, una especie de tenedores de libros; nos preparaban para trabajar. Y algo más, no me olvido de la profesora Mirta Zamora de Rossino, gracias a ella hasta el día de hoy no tengo una falta de ortografía".
El recuerdo pertenece a Bernardo Reyes, más conocido como "Chiquito", el amigo de Alberto Olmedo.
El oftalmólogo Guillermo Gordon, egresado en el 66, rememora su paso por el Superior. "Aunque nos tenían al jaque, gracias a esta escuela rendí el premédico de Medicina sin problemas, y eso que había que aprobar matemática, física, química y biología para ingresar en la facultad", dice.
Conocida como "la Pichi" entre sus pares, Sara Rodríguez Berdou hace más de 40 años que enseña Inglés en el Superior. Lo primero que recuerda es que en sus inicios hizo "la colimba" como profesora: "En esos tiempos dar clases en este colegio, y por la mañana, era como ser profesor de la Sorbona", dice. De sus años de docencia rescata dos travesuras estudiantiles: "Una vez llenaron un salón de sapos y otra largaron una gallina en paracaídas en el patio, pero nunca hubo grandes problemas".
Ex alumno y con 24 años de docente de Contabilidad en su haber, Hugo Robles va con su libretita con las calificaciones de sus alumnos a todas partes. Asegura que las guarda y que en más de una cena de ex alumnos las saca a relucir para sorpresa de todos. Así como es de metódico, dice ser apasionado por su profesión y por el colegio. "Exijo y me exijo, y los chicos responden".


El viejo Industrial
El Poli se creó en 1906 con 28 alumnos. Conocido como el Industrial dependió del Ministerio de Instrucción Pública, luego de la Universidad del Litoral, y en el 70 pasó a ser parte de la UNR. En el 75 tomó su nombre actual: Instituto Politécnico Superior General San Martín (IPS).
Una escuela de varones por excelencia hizo gala de su primera alumna mujer a finales de los años 30. La valiente fue Ana Brok, quien hoy luce 79 años. "Yo iba al Superior pero como mi papá era un adelantado y me decía que el futuro del país era la industria pedí ingresar al Politécnico. Después de varios años me admitieron, pero con la condición de que comenzara desde primer año. Era buena alumna y mis compañeros me trataban bien, pero la presión era mucha y terminé abandonando después de dos años", cuenta.
Otro ex alumno del Poli es el guitarrista del grupo Los Gauchos Alemanes, Fernando Kabusacki. Si bien él no siguió una carrera ligada a las ciencias exactas, rescata del Politécnico "la disciplina y el entrenamiento de cabeza. Para la música ambos componentes son importantes, y creo que la escuela, que por otro lado no transité de taquito, hizo su buen aporte", asegura.
Jefa de Departamento de Idioma Nacional (Lengua) y docente desde hace 30 años, Nelli Calame rescata de su experiencia la autodisciplina de los alumnos. "Son más de mil los estudiantes, pero las horas libres no son un problema. Los chicos sienten este colegio como su casa y ese es uno de nuestros objetivos. Si bien la orientación ha sido históricamente técnica, acá siempre se respetó la comunicación y la palabra, no sólo en las materias, sino en toda la vida escolar".
El profesor de Química Miguel Angel Scavuzzo, un bronce de la institución, está en el Poli desde el 62. El también señala la buena convivencia que se da en la escuela y el nivel de responsabilidad de los alumnos para encarar distintas situaciones de estudio y de relación personal. Con términos propios de su materia, explica: "Ellos hacen uso de un equilibrio dinámico, se regulan solos. Aparentemente están en situación de desorden pero no. Cuando toca un timbre saben que deben entrar a clase sin la presión de un preceptor, y si tienen hora libre, van al bar o a estudiar a la biblioteca".


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