Luego de haberla anunciado públicamente, el presidente Fernando de la Rúa admitió ayer la posibilidad de dejar sin efecto la anunciada consulta popular sobre reforma política si el Congreso sanciona el proyecto de ley que envió el gobierno en esa materia. "Vería en ese caso cómo es la ley de reforma política. Acá lo importante es que se baje el gasto de la política y estoy decidido a dar esa batalla porque la gente quiere que se baje el gasto político porque necesitamos esos recursos", afirmó De la Rúa. Antes de esa declaración, el tema del gasto político había sido motivo de una nueva disputa entre el presidente y Raúl Alfonsín. El jefe de la UCR había subrayado que los radicales rechazan "la idea de que el gasto político es inservible, porque serán 1.500 millones, que no es nada comparado con lo que nos ha endeudado Cavallo". El jefe del Estado le devolvió la estocada: "Hablar de que 1.500 millones (de pesos) no es nada, no estoy de acuerdo; es un gasto político que debemos bajar sustancialmente para dedicar más recursos a la gente". Sin embargo, declinó opinar sobre el reclamo de que haya una "reestructuración consensuada" de la deuda externa como única salida para que el país alcance un crecimiento sostenido. "Ya he dicho que el presidente no habla de esto que es muy delicado. Nosotros tratamos de bajar los costos de la deuda a través de las acciones públicas que todos conocemos", afirmó. El jefe de Estado dijo no haber escuchado el discurso de Alfonsín, pero remarcó que "he visto un cable (de noticias) donde aclara que el documento (presentado por el radicalismo) no hace referencia al gobierno ni a Cavallo". Cavallo no fue el único funcionario criticado en el cónclave radical. La ministra de Trabajo, Patricia Bullrich, también tuvo lo suyo.El bonaerense Raúl Alconada Sempé le cuestionó con sarcasmo su tarea al afirmar que "le respeto sus años de militancia en distintos partidos, pero le quedó de Montoneros que el fin justifica los medios". También le recomendó al viceministro del Interior (Lautaro García Batallán), quien impulsa "dinamitar la vieja política", que cuando "ponga la dinamita, se quede con un cartucho en la mano". A pesar de algunos momentos tensos como los mencionados, el plenario tuvo poca discusión, muchos altibajos y se cerró en relativa calma, y por unanimidad.
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