Carolina Taffoni
Julio Bocca, junto a Eleonora Cassano y el Ballet Argentino, se presentará hoy, a las 15, en el Monumento Nacional a la Bandera, con entrada libre y gratuita. En caso de lluvia, el espectáculo, que está auspiciado por las secretarías de Cultura de la Nación y de la Municipalidad de Rosario, se realizará mañana en el mismo lugar y a la misma hora.
En una extensa charla con Escenario, Bocca reconoció que sintió miedo al admitir en una entrevista por televisión su condición de bisexual, y también aseguró que al hablar del tema se sacó un gran peso de encima. "Realmente no me importa si me discriminan. Yo corro los riesgos, nadie me obligó a decirlo", comentó el bailarín.
-En Rosario siempre llenás los teatros. ¿Sentís que tenés una relación especial con la ciudad?
-En Rosario el público siempre me recibió muy bien. Con la situación económica actual, yo este año salí de gira por el interior con mucho miedo, no sabía cómo me iba a ir. También tenía dudas con el Luna Park. La verdad es que no tenía pensado llenar ningún teatro. Pero el público siempre me sorprende, y eso es lo mejor para un artista. No sólo pasa por que vayan a sacar una entrada, sino por la respuesta y el entusiasmo.
-¿Ya cumpliste con todos tus sueños como bailarín?
-Creo que sí, aunque uno se pone objetivos para seguir creciendo. Este año cumplí un objetivo: las obras fueron creadas para el Ballet Argentino, y el peso fundamental del espectáculo pasaba por el ballet, y no tanto por el nombre de Julio Bocca. No era yo por un lado y ellos por otro. Eso fue bueno para los chicos de la compañía. A mí no me queda mucho tiempo y yo quiero que el ballet siga creciendo y tenga su propio peso.
-¿Creés que estás en la etapa final de tu carrera?
-Creo que estoy en la mejor etapa, en la cual disfruto al máximo de todo, hago todo lo que tengo ganas de hacer y estoy mucho más relajado. Eso el público lo nota. Uno es muy transparente cuando está arriba del escenario, y si estás triste o molesto se te nota.
-¿Cuál es tu materia pendiente?
-Me gustaría, en estos cinco o seis años de carrera que me quedan, poder hacer una o dos producciones por año en el teatro Colón, que fue donde yo comencé mis estudios. Sería como terminar un ciclo. Eso sería lo máximo para cualquier artista que está en esto, actuar afuera pero también tener un contacto con lo nuestro.
-¿Pensás que con las presentaciones gratuitas le estás devolviendo al público todo lo que te brindó?
-Sí, es darles la posibilidad de ver ballet a todos los que no pueden pagar una entrada. Lo más importante es devolverle al público el cariño que siempre te da, y también incitar a los curiosos que no se animan a que se atrevan a ir y conozcan este tipo de espectáculos. Ese es el público nuevo para mí, y sobre todo para la danza.
-¿Qué te emociona más, actuar ante una multitud o bailar en lugares más reservados para eruditos?
-Me emociona actuar, actuar de cualquier manera, tener la posibilidad de estar arriba de un escenario es lo fundamental para un artista. Mientras tenga la suerte de poder hacerlo y disfrutarlo no me importa ante cuánta gente bailo. El fuego siempre está, pero la llama va cambiando, porque uno crece con la experiencia.
-La popularización de la danza, ¿se tradujo en el interés por aprenderla?
-Hay muchos alumnos estudiando, sobre todo en el interior. La danza se hizo más popular y accesible para la gente, pero igual, lamentablemente, sigue siendo una carrera un poco costosa. Igual yo la promuevo por mi cuenta, no me quedo sentado a ver qué hace el Estado, no espero que vengan a tocarme la puerta.
-Pretender hacer una carrera como bailarín, ¿es lo mismo ahora que cuando vos empezaste, se terminaron los prejuicios?
-Ahora es mucho más fácil. La gente tiene más información, irse a estudiar afuera es más accesible. El prejuicio no creo que cambie mucho, eso de decirte que si sos bailarín sos puto va a existir siempre. Y si a un chico le meten eso en la cabeza puede ser que lo perjudique. Yo con mi familia y con mis amigos nunca tuve ningún problema, al contrario, y si hubo alguna cargada no le presté atención. Yo tenía ganas de bailar y punto, nada me iba a parar.
-¿Podés vislumbrar a algún sucesor?
-Yo creo que hay talento dentro de la compañía y hay chicos que se destacan más que otros. Pero, como yo siempre les digo, eso depende de cada uno, de cómo usen su cabeza para esta carrera.
-En Rosario actuás el mismo día que Iñaki Urlezaga, ¿es una coincidencia afortunada o se van a restar público?
-Ojalá que se repartan los públicos, porque si no en la partida va a salir perdiendo él (risas). El la tiene más difícil.
-¿Hay mucha competencia entre los bailarines?
-No, para nada. Es la prensa la que exagera ese tipo de cosas. La prensa, en vez de informar y educar, solamente está interesada en hacer sensacionalismo. El año pasado lo invitamos a bailar a Iñaki, y si nos vemos con Maximiliano (Guerra) vamos a tomar un café. Si hubiese una competencia fea eso no pasaría.
-¿Cómo ven a la Argentina desde el extranjero?
-Desde afuera a la Argentina no la entienden. No entienden cómo un país tan rico está en la situación que está. Muchos me dicen que en la Argentina quieren vivir como en Hollywood, todo a un nivel muy superficial. Yo no les puedo explicar demasiado, porque yo tampoco lo entiendo. Cuando llegan las vacaciones, por ejemplo, desaparece todo el mundo. Ultimamente veo que la gente no quiere saber nada con las noticias, ni con el riesgo país, ni si hay o no paro. La gente está desinteresada, sólo quiere ir a laburar y hacer su vida. Eso pasa por cansancio, la gente está agotada.
-Por eso muchos se van a vivir afuera, ¿vos te irías?
-No, nunca. La única forma de solucionar los problemas es quedándose acá. Afuera es exactamente lo mismo, si no trabajás no comés. En el extranjero hay argentinos que hacen cosas que acá jamás harían. Tienen la imagen de que en el Primer Mundo van a estar mejor. Y no es así.
-¿Qué opinás del revuelo mediático que causaron tus declaraciones con respecto a tu sexualidad?
-Me pareció normal, eso es común en la Argentina. Pero no me molestó, porque lo dije yo, no lo inventó la prensa. Lo que no me gusta es que hayan agrandado todo, que hayan puesto la palabra "gay" en un título para vender.
-Algunos calificaron tu confesión como un hecho heroico, ¿vos lo ves así?
-No, para nada. Yo lo pude decir porque en esa entrevista con Lanata estaba hablando tranquilamente, no lo hice para quedar como un héroe. Lo dije también porque a esta altura tengo la seguridad suficiente como para hacerlo. No lo veo como algo sensacionalista o extraordinario, soy bisexual y nada más.
-¿Pensás que tu actitud va a servir para derribar ciertos prejuicios?
-Ojalá que ayude, pero no lo sé, tengo mis dudas. Creo que en esta época la sociedad debería tener la cabeza más abierta. Pero en este país no es fácil romper con los prejuicios.
-¿Le tenés miedo a la discriminación?
-Cuando terminé con la entrevista y llegué a mi casa me dio una sensación de miedo. Pero después se me pasó, y realmente no me importa si me discriminan. Yo corro los riesgos, nadie me obligó.
-¿Sentís que te sacaste un peso de encima?
-Sí, la prensa ya se estaba poniendo un poco cargosa con el tema. Llega un momento en el que te agotan. Lo que pasó en el programa de Susana Giménez, por ejemplo, no me gustó. Estaba en una mesa, rodeado de gente, no era un lugar para hablar sobre la sexualidad. Si lo hubiese dicho ahí hubiera sonado a puro sensacionalismo. Yo quiero que la bisexualidad sea tomada como un hecho de la vida cotidiana, y no que se relacione con los bailarines. La decisión sobre la sexualidad se da en cualquier ámbito.
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La Ciudad
