Año CXXXIV
 Nº 49.225
Rosario,
viernes  31 de
agosto de 2001
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La diversidad de Herrero Miranda en una exposición retrospectiva
Un conjunto significativo de obras de distintos períodos se inauguró en la galería Krass Artes Plásticas

Oscar Herrero Miranda (Cañada de Gómez, 1918-Rosario, 1968) traicionó una de las normas de muchos reconocidos pintores y, contra la seguridad de una imagen cristalizada e identificable, eligió no imitarse. Cambió continuamente su manera de trabajar, buscó nuevos caminos, experimentó, se ilusionó con la no figuración y el informalismo, pero mantuvo su apuesta por la figura para sumergirse en las febriles problemáticas del arte de los años 60. Este recorrido es evidente en la muestra retrospectiva que se inauguró en la galería Krass Artes Plásticas, San Martín 631.
Sin dudar, desde el inicio -el artista comenzó a exponer a mediados de los años 30-, cumplió etapas perfectamente identificables que fue sucesivamente abandonando por otras materializaciones que se adaptaban mejor a los nuevos tiempos y contenidos. Autodidacta, la calidad pictórica nunca le preocupó. Herrero Miranda buscaba otra cosa. Aunque resuelto a aceptar todos los nuevos movimientos, desconfió siempre de ellos y lo reflejó en sus búsquedas donde revela las contradicciones y los absurdos.
En la década del 40, los pintores independientes por gestión de Antonio Berni expusieron en el local de la Sociedad Argentina de Artistas Plásticas con fines de integración sindical y allí el artista participó con "Sinfonía para una tierra de siena natural", un óleo no figurativo que resultó excepcional para la producción de aquellos años. Desde el arte, Herrero Miranda, desequilibraba con una interrogación las certezas de los agremiados y abría un camino seguido por la formación del Grupo Litoral hacia 1950, que integró desde su inicio junto con Juan Grela, Leónidas Gambartes, Hugo Ottmann y Carlos Uriarte, entre otros.
Desde la pintura, la problemática política apareció en las preocupaciones del grupo. Por eso, las cuestiones estéticas, con la propuesta de un cambio radical que renovaría el gusto plástico en Rosario -atado a la certeza de los academicismos-, se entroncaban con la necesidad de fijar una alternativa al proyecto cultural y político del peronismo con sus dictados dogmáticos.
La evolución de su producción fue desde entonces incesante, aunque solamente reconoció dos influencias: el surrealismo planteado a través de lo que denominó clima metafísico y la indagación americanista a la que sin embargo no se ató como lo hiciera Gambartes.
Motivado por la idea de estar siempre pintando su primera obra, en una charla con Pedro Giacaglia, quien también integró el Grupo Litoral, reconocía significativamente poco antes de morir que el momento más personal de su carrera era el que estaba desarrollando en ese momento. "Viendo una retrospectiva mía, me identifico con cuadros de distintas épocas. No puedo decir cuál es el mejor. Siempre es lo que estoy haciendo y lo que está por venir".

Sorpresas
Recorrer su obra es ir de sorpresa en sorpresa. Desde los collages hasta las Totó -mujeres donde conjuga la frivolidad y la ironía-, desde las historietas hasta la soledad metafísica del litoral, utilizó tanto el gesto y el azar como la idea convencido de que mente y sensibilidad permiten las obras más logradas. Y lo ponía de manifiesto a la hora de elegir artistas; prefería a los que ponían tanto cabeza como corazón "porque con el intelecto solo no se hace y con sentimiento solo, tampoco".
A pesar de sus pocos digeridos cambios, Herrero Miranda supo de numerosas distinciones: representó a la Argentina en la Bienal de Venecia en 1956 y en la Bienal de San Pablo en 1957, entre otras muestras internacionales; fue invitado al premio Palanza en 1960, 1963 y 1966 y designado como director organizador de la Escuela Provincial de Artes Visuales de Rosario en 1962.
Incisivo en sus sucesivas propuestas, rompió muchos esquemas a través de planteos pictóricos donde se manifiesta la dramática ironía de la contradicción que puso a los espectadores de cara a la incertidumbre.



La Totó, imagen recurrente en las pinturas del artista.
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