Año CXXXIV
 Nº 49.225
Rosario,
viernes  31 de
agosto de 2001
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Básquet. El jugador le pone fin a su carrera en Temperley
Ariel Bernardini no quiere esconder nada
El deportista recordó lo bueno y lo malo de los 16 años que jugón la Liga Nacional de Básquet

Oscar Lehrer Sergio Faletto

Dieciséis años militando en distintos equipos de la Liga Nacional de Básquetbol, durante los que ganó dos campeonatos (Peñarol de Mar del Plata en 1994 y con Boca Juniors en 1998), Ariel Bernardini a los 33 años resolvió quedarse en Rosario. A manera de balance reflejó con su relato los distintos pasajes de un largo viaje. "En 1985 jugaba en la primera de Temperley y el por aquel entonces técnico de Sport Club de Cañada de Gómez, José María Yoyo Caballero, vino a observar a Ricardo Palacio y me vio jugar, se entusiasmó, y luego de conversar con mi padre me tentó para que vaya a jugar en ese club en la Liga Nacional. En Cañada me quedé dos temporadas. Esa etapa fue fundamental para mi futuro, porque comencé a foguearme con jugadores experimentados y codearme con extranjeros de primer nivel. Entre los compañeros nacionales tuve al Chuni Merlo y al Pichi Campana, entre otros".
_Después vinieron tres años en Provincial
_Estuve tres años en ese club, ocasión en la que logramos el ascenso al círculo superior. Lamentablemente se presentaron numerosos inconvenientes políticos-deportivos y el club se vio obligado a desertar de la Liga sin haber descendido. En esa época en el club se decía que nosotros robábamos la plata, pero en realidad no éramos nosotros, sino que había un integrante del equipo que se la llevaba toda, ya que los restantes recibíamos una paga pequeña. Y lo lamentable es que después de eso Rosario nunca pudo volver a tener un representante en el máximo nivel. Los clubes que participaron en las categorías menores (Newell's en el TNA y Central en la B), al no tener el apoyo necesario se vieron obligados a dejar esas competencias.
_Luego fuiste a San Andrés.
_Esa fue una etapa difícil. Me fui solo a Buenos Aires, una ciudad muy dura, y me resultó muy complicado adaptarme. Me costó aceptar que estaba solo, lejos de Rosario y de mi familia. En la primera temporada no me fue nada bien y para colmo tuve una lesión en uno de mis brazos que me tuvo bastante tiempo parado. En la segunda anduve mucho mejor. Con un equipo joven hicimos una muy buena campaña. Ese torneo y mis actuaciones hicieron que Carlos Boismené me convocara a la preselección nacional. Esto me dio el empuje necesario para seguir entrenando en serio y aspirar a un mejor contrato.
_La carrera siguió en Comodoro .
_Se me presentó la oportunidad de firmar un contrato por casi el doble de lo que ganaba en San Andrés y no lo pensé y me fui al sur. Pero ahí me dí cuenta de que estaba cada vez más lejos y aislado de los míos y eso hizo que me sintiera muy mal. Las lesiones son una cruz que llevo en mi vida. Y Comodoro no podía ser la excepción. Tuve una lesión en el tobillo y al demorarse la recuperación me llevó a abandonarme en mi vida personal y también en los entrenamientos. Cometí algunas equivocaciones, de las que por suerte pude salir.
_¿El cambio se produjo en Mar del Plata?
_Antes de ir a Mar del Plata ya me había casado. Esto fue un cambio fundamental en mi vida. En esa ciudad hermosa formamos un buen equipo, pero no tuve un buen rendimiento al punto tal que el técnico Néstor Ché García me quiso cortar. Pero como tenía contrato no tuvo más remedio que aguantarme. Trajo otros jugadores para poder dejarme de lado, pero con mucho amor propio me puse bien físicamente, me gané un lugar en el grupo y García no tuvo más remedio que ponerme de titular. No sé qué problema tenía conmigo. Quizá no le haya gustado mi forma de ser. Yo soy un tipo frontal, no me guardo nada y eso a lo largo de mi vida me ha traído muchos inconvenientes. En la temporada siguiente, en Peñarol, fui el goleador del equipo. Tuvimos un récord de 17 partidos consecutivos sin perder, pero cuando mejor andaba sufrí la rotura del tendón de Aquiles y me quedé sin jugar los play off de la etapa final en los que Peñarol ganó el título de campeón. Esa lesión, mal curada, hizo que estuviera quince meses parado sin jugar. El retorno fue inolvidable. Fue en ocasión de la inauguración del Polideportivo en un clásico marplatense y los hinchas de Quilmes corearon mi nombre y me alentaron porque sabían todo lo que había sufrido para poder volver.
_¿Y cómo siguió tu historia?
_Tuve un corto pasaje de Regatas de San Nicolás donde anduve bastante bien. Eso hizo que al año siguiente Julio Lamas me llevara a Boca, y en un equipo sin figuras conseguí mi segundo título liguero. Boca es un club atípico porque brinda todo lo que uno necesita. El dinero estaba al día, algo muy raro en otros clubes, el grupo se llevaba bárbaro dentro como afuera de la cancha, pero había un dirigente (uno de los más allegados al presidente Macri), que todavía está en el club, que demostrando todo su poder desarmó ese buen equipo.
_¿Salvestrini?
_Prefiero no contestar esa pregunta. Tener que irme de Boca, anímicamente me dejó muy mal. Volví a Regatas. Basquetbolísticamente no andaba para nada bien. Al poco tiempo de estar en el club, por todo lo que estaba pasando, sufrí un grave accidente automovilístico en el cual casi pierdo la vida. La recuperación fue prolongada y durísima. Superado ese inconveniente regresé a Peñarol y esa fue mi última temporada en la A. Después jugué para Estudiantes de Santa Rosa en el TNA y durante esa temporada me eligieron para participar en el Juego de las Estrellas donde gané el premio al jugador más valioso. Finalmente, y esto es más fresco, apareció Rosario Central. Tuve inconvenientes y resolví bajar la cortina. Pero el básquetbol significa mucho para mí y por eso decidí seguir jugando, en este caso en Temperley, el club de toda mi vida, donde con un buen grupo de chicos bárbaros, con los que me encuentro muy cómodo, espero colaborar para ganar el ascenso a la categoría superior del básquetbol local.



Juega porque le gusta y además atiende su negocio.
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