Oscar Lehrer
Fue por paliza. No hay otra calificación para el partido que Argentina le ganó a Brasil (78-59) por la final del Premundial que se jugó en un Ruca Che colmado de público, que vivió y palpitó el encuentro al ritmo que impuso el conjunto dirigido por Rubén Magnano. Medalla de oro, lujos, un torneo que se ganó con autoridad, son los atributos que se le pueden agregar a esta selección y que no alcanzarán para definir a un equipo que ya entró en la historia. El plantel se apoyó en un grupo de jugadores jóvenes que militan en distintas ligas del mundo, que se conocen desde las categorías menores, a las cuales el técnico Rubén Magnano les inculcó un riguroso plan de trabajo, que fue aceptado sin problemas y ejecutado a la perfección. La defensa sirvió para disimular algunos puntos oscuros de la ofensiva del equipo. En ataque no hubo egoísmos, todos pasaron e hicieron circular la pelota sin problemas. Nadie, salvo Ginóbili por su talento, se salió del ajustado libreto del técnico. A la hora de las dedicatorias los jugadores se acordaron de Alejandro Montecchia, quien era el base titular, pero por lesión no pudo concurrir, y al trágicamente desaparecido Gabriel Riofrío. El año que viene Argentina llegará a Indianápolis con un equipo todavía más maduro que este, por lo que continuarán evolucionando estos jugadores. Sin embargo, hay que ser realistas. Estados Unidos está un escalón por encima del resto y seguro que irá con los NBA. Yugoslavia y Lituania están adelante por potencial e historia. Brasil mostró un grupo con mucho futuro. Canadá quedó tercero y fue siempre compacto y difícil de superar. Su genial base Steve Nash cautivó a todo el público con su talento y humildad. En Puerto Rico se destacaron el pivote Shariff Fajardo, el base Carlos Arroyo y el tirador Larry Ayuso. Venezuela, que se dio el gusto de llegar al segundo Mundial de su historia, no mostró mucho. Panamá con su triunfo ante Brasil fue la sorpresa del Premundial y tuvo a su mejor figura en Leroy Jackson (pretendido por Regatas San Nicolás). Islas Vírgenes, que vino sin sus estrellas, junto con Uruguay, México y Estados Unidos fueron las decepciones. En el 2002, Indianápolis puede ser una gran oportunidad de acercarse a las potencias de este deporte y dar el salto para que Argentina sea de una vez por todas una de ellas.
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