Año CXXXIV
 Nº 49.221
Rosario,
lunes  27 de
agosto de 2001
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Reflexiones
Es hora de ejercer el poder

Jorge R. Giogetti (*)

En el mes de noviembre nos anunciaron el blindaje financiero con bombos y platillos, sin pensar quizá la relevancia fundamental de implementar un blindaje productivo y social que amortigüe de alguna manera las consecuencias no queridas de los impactos financieros. Para seguir en la misma senda, meses después inauguramos otro neologismo económico propio de equilibrios complejos de arquitecturas financieras: el megacanje; artilugio que estuvo siempre lejos de la gente, aunque no así sus consecuencias que cada día más impactan sobre la cotidianeidad de los bolsillos ciudadanos. Cuando las críticas arreciaron desde diferentes sectores productivos, el Ministerio de Economía sacó de la galera los planes de competitividad, que a meses vista fueron implementados sin bajar a las regiones desde la comodidad primermundista de la Capital Federal.
En Santa Fe nunca nos cruzamos de brazos. Así, por ejemplo, la ley 11.696 conocida como ley de emergencia, sancionada en septiembre de 1999, en su art. 32, terminaba con la "vieja" estructura del Banco Santafesino de Inversión y Desarrollo creando a su vez la Corporación Santafesina para la Promoción y Desarrollo (art.33), buscando de esa manera dotar al gobierno de la provincia de una herramienta para la gestión del desarrollo productivo local. El proyecto de ley que presento viene a dar cumplimiento a lo que aquella ley 11.696 nos solicitaba, hoy con la urgencia de lo impostergable. Los últimos dos años a partir de la sanción de la ley de emergencia han sido verdaderamente dramáticos desde el punto de vista de la producción y el desarrollo social; la inmoral cifra de 13,3 millones de personas viviendo en la pobreza y la creciente distribución regresiva de la riqueza (que nos lleva a que la brecha entre ricos y pobres haya crecido a tal punto que el 10% más pobre recibe el 1,3% de los ingresos mientras que el decil más privilegiado recibe el 38,5%) se suman al descalabro de las estructuras productivas locales y regionales patentizado tremendamente en las cifras de quiebras de pymes que día a día se plantean en los tribunales de nuestra provincia, como así también en la inconmensurable cifra del 20,2% de desempleo en la ciudad de Rosario, teniendo en cuenta que no estamos midiendo el desempleo y la precarización laboral en los golpeados municipios y comunas que pueblan nuestra extensa geografía, ni tampoco en los ámbitos rurales.
Ante un país desquiciado y sin políticas productivas firmes, la provincia de Santa Fe, gracias a su ordenada administración, ha recibido en estos días un gesto de confianza financiera internacional al recibir créditos por 330 millones de dólares por parte del BID. Estos créditos deben ser aprovechados para reconvertir la estructura productiva provincial en la senda del incremento progresivo del valor agregado santafesino, como así también para modernizar la gestión pública del Estado provincial, buscando la imperiosa obligación ética de la distribución equitativa de la riqueza.
Esta es la senda por la cual tenemos que avanzar; y tenemos que hacerlo porque estamos convencidos que el desarrollo de las economías regionales es una de las herramientas principales de política pública para afianzar el desarrollo de nuestra gente. Es en nuestro interior en donde se vuelve imprescindible llevar adelante, desde la sana intención a la esperada concreción, la idea madre de la creación y el fortalecimiento de los polos de desarrollo.
Esta ley que presenté para la creación de la Corporación Santafesina para el Desarrollo y el Crecimiento, es el broche que le prendo a toda una trayectoria legislativa en la cual he venido batallando desde mi banca proponiendo día tras día y sesión tras sesión que adoptemos una posición de fe productiva que permita sacarnos de esa hondonada actual, sin malabarismos financieros, sin grandes neologismos económicos, sin gestos altisonantes para los mercados, simplemente acompañando el esfuerzo de nuestra gente, de un pueblo que como el santafesino se hizo empujando el arado en un principio, subiéndose a tractores y cosechadoras más tarde y exportando eficientemente a todo el mundo hoy.
Mi proyecto no genera estructuras estatales elefantiásicas ni incrementa el hoy sacrosanto gasto público, sino que busca incentivar el desarrollo y tutelar el espíritu emprendedor del santafesino. A través de una estructura simple conformada por diferentes unidades de trabajo técnico interdisciplinario se busca la implementación de fondos específicos y focalizados para emprendimientos nuevos y reconversión de los actuales junto a líneas de capacitación obligatorias en gestión de emprendimientos y prácticas empresariales. Una Unidad de Asesoría e Incubadora de Proyectos e Ideas; una Unidad de Seguimiento, Control y Apoyo de los Emprendimientos; una Unidad de Evaluación de Proyectos, se cruzan para tratar de constituir un espacio de generación de producción y empleo genuino a nivel pyme. Esta es la herramienta final, como decía antes, que complementa de alguna manera mis anteriores proyectos de ley, referidos a la producción láctea; la industria cárnica; las la promoción de inversiones e iniciativa privada; el compre santafesino; el Fondo Anticrisis; el Instituto de Promoción de Carnes; el blindaje y blanqueo de deuda productiva de nuestros productores rurales; la promoción del comercio exterior; etc.
Hemos dado todas las recetas: es hora de que nos acompañen a implementarlas.

(*) Diputado provincial del PJ


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