Año CXXXIV
 Nº 49.221
Rosario,
lunes  27 de
agosto de 2001
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El último aliento
Loeschbor le dio el empate a Racing ante Independiente

Cuando todo hacía presagiar que Independiente iba a festejar nuevamente un triunfo ante Racing, una mala salida de Ariel Rocha arruinó la fiesta roja y encendió el delirio académico, que festejó hasta la afonía el cabezazo de Gabriel Loeschbor en la última jugada sellando el empate en un gol.
Injusto por donde se lo mire porque Independiente dominó setenta de los noventa minutos de juego. Tuvo las mejores situaciones de riesgo y, a los 33 del complemento, el uruguayo Diego Forlán cumplió con su cuota de gol con un tiro cruzado.
Lo cierto es que el partido tuvo un nivel mediocre y merced a algunas jugadas de Pablo Guiñazú en la etapa inicial y los lujos de Livio Prieto en el complemento se vio un poquito de buen fútbol en un clásico histérico.
Por actitud y aptitud, Independiente fue el claro dominador de la primera mitad del partido. Por su parte, Racing no logró pasar la mitad de la cancha y sufrió por el fútbol de Guiñazú, que se hizo dueño de la zona de creación.
Sobre los 24', un centro desde la izquierda fue bajado por Forlán de cabeza a Silvera, quien desperdició su enésimo mano a mano con el arquero de Racing.
Después de un par de cabezazos de Silvera y Manrique que pasaron más cerca de lo aconsejable, en los últimos quince minutos el partido se desdibujó y entró en el terreno de lo aburrido.
En el primer cuarto de hora del complemento, Racing se vistió de protagonista. Creció Bastía en la marcación de Guiñazú y empezaron a tomar vuelo futbolístico Torres y el mellizo Barros Schelotto.

Los cambios del rojo
Trossero vio que su equipo era desbordado y dispuso los ingresos de Vuoso y Prieto. Ambos le devolvieron a Independiente el dominio de las acciones. Por eso no extrañó que el local abriera el marcador sobre los 33 por intermedio del uruguayo Forlán. Después del tanto, Racing fue, empujado por su gente y su amor propio, pero sin grandes ideas. Con esa fórmula, el equipo de Merlo le cascoteó el área de Independiente y uno de los miles de centros, el que tiró el hasta ese momento discontinuo Vitali, cayó en la cabeza de Loeschbor para rescatar un punto y, por sobre todo, el honor del barrio. Ni más ni menos.


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