Argentina está considerada como uno de los países del mundo que más utiliza materiales genéticamente modificados. En la producción agrícola, el uso de la soja transgénica y, en menor medida, de maíz y algodón, ha logrado gran cantidad de adeptos por sus bajos costos. Sin embargo, su puesto en el ranking de desarrollo de biotecnología se ubica entre los últimos lugares, ante la falta de una política estatal de apoyo y promoción en ese sentido. Las pocas iniciativas provienen del sector privado y el mayor esfuerzo se centra en adaptar tecnologías que se investigan en el exterior, principalmente Estados Unidos y Europa. El proyecto de clonación de vacas transgénicas no sólo ocupa un lugar de importancia por su fin último sino también por ser uno de los pioneros en desafiar la escasez de recursos económicos para la investigación en biotecnología. Si bien este tema ocupa los lugares centrales en las agendas y temarios de congresos y funcionarios, no tiene la misma prioridad en las políticas de ciencia y técnica. El viejo tema de la fuga de cerebros al exterior vuelve a parecer para hablar sobre el tema. "En el país no se alienta a la investigación y casi todo es transferencia del exterior por lo que se pagan royalties para su utilización", explicó Rubén Vallejos, director del Centro de Estudios Fotosintéticos y Bioquímicas de Rosario (Cefobi). El centro de estudios con sede Rosario es uno de los pocos que está dedicado a full a la investigación en biotecnología y, a pesar de la escasez presupuestaria, logró importantísimos avances en el desarrollo de trigos y maíz transgénicos. El investigador consideró que no existe un decisión política para hacerlo y esto va en detrimento de las nuevas tendencias mundiales. "La tendencia mundial es pasar de una economía industrial hacia una del conocimiento y desarrollo y en nuestro país no existe. Esto es esencial para el desarrollo sustentable", agregó. Vallejos explicó que la globalización "barrió" con las empresas locales que puedan financiar un emprendimiento de esas características. Esto, más la falta de apoyo estatal, se convierten en un gran obstáculo. En ese sentido, Carlos Melo, gerente de Bio Sidus, coincidió en la queja por la falta de recursos económicos pero destacó la buena formación universitaria y los buenos profesionales que existen en el país. "En países como Estados Unidos existen las venture capital, financiados por mutuales y empresas en sociedad con el Estado, aquí eso no existe y los riesgos lo asume el que hace el proyecto", señaló. Por lo pronto, el país comienza a discutir un plan de Ciencia y Técnica que, dicen, podría estar marcha en 2002. Todavía no se sabe qué lugar ocupará el desarrollo de biotecnología.
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