Año CXXXIV
 Nº 49.219
Rosario,
sábado  25 de
agosto de 2001
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Boliches. El volumen establecido genera polémica
Un experto de la UNR apoya el límite de 80 decibeles
Federico Miyara advierte que en bares y cines se supera el nivel de sonido fijado

Carla Rizzotto

El director del Laboratorio de Acústica y Electroacústica de la Universidad Nacional de Rosario, Federico Miyara, mostró su apoyo al límite de 80 decibeles dispuesto por el Concejo Municipal para las confiterías bailables de la ciudad. El especialista sostuvo que "el tiempo que la persona se expone a un ruido es determinante del daño que puede causar a la salud", y que "cuanto más alta está la música, más alto hay que hablar para comunicarse". Y advirtió que en bares, restaurantes, canchas de fútbol y cines el sonido están por encima de los 80 decibeles permitidos.
El volumen en las disco fue centro de debate entre los concejales, porque fueron ellos quienes tuvieron que decidir si el nivel de sonido permitido en los boliches se fijaba en 80 o 90 decibeles. A pesar de las quejas de los bolicheros, que argumentaron que "la música no se va a escuchar", en la sesión de anteayer se aprobó una ordenanza que obliga a los empresarios a no superar los 80 decibeles. Los ediles se basaron en un estudio de salud que fijaba ese número como tope para una confitería. Y para Miyara, la decisión fue "extraordinaria", aunque no se lo ve muy confiado de la la normativa se cumpla.
-Los concejales discutieron durante horas si se fijaba como tope máximo de sonido en 80 o 90 decibeles. ¿Qué tan importante es esa diferencia de diez?
-Es muy grande. Uno puede decir que diez decibeles parecen pocos, pero a nivel sonoridad es muchísimo, porque el oído es muy sensible a los ruidos.
-¿A cuántos decibeles está ahora la música en las confiterías bailables?
-A más de cien, seguro.
-Los dueños de los boliches dicen que la música no se va a escuchar a 80 decibeles, ¿esto es cierto?
-Sí se va a escuchar. Lo que sucede es que la música determina cuán alto tiene que hablar la gente para comunicarse. Es decir, la persona adapta su voz a los decibeles de la música. Esto se nota mucho cuando se corta la música de golpe, en ese momento se comprueba que como el volumen estaba fuerte te obligaba a gritar.
-¿A cuánto debe ascender el volumen -en decibeles- para que afecte a la salud?
-Hasta 80 decibeles no hace mal al oído. Pero todo depende del tiempo en que uno se expone a un determinado volumen de sonido. Un estudio de la Organización Mundial de la Salud dice que a 85 decibeles sólo hay que someterse una hora por día, mientras que 100 decibeles sólo son aconsejables durante 4 horas, pero 4 veces al año.
-¿Cuáles son los daños que causa extralimitarse en el nivel del sonido?
-La parte más sensible del oído es la interna, porque tiene unas células llamadas ciliadas. Estas son como una especie de micrófonos que se destruyen con el tiempo. Cuando la agresión es prolongada y continuada, las células se van deteriorando poco a poco.
-¿Puede causar sordera?
-El deterioro es irreversible pero no puede causar sordera. Lo que sí genera son problemas en la comunicación. Cuando la música está muy fuerte por un largo tiempo y se apaga, las palabras se escuchan a muy bajo volumen.
-Al volumen en una confitería no lo puede controlar el cliente, pero sí en el uso personal, y sin embargo muchos no le prestan atención a esto...
-Es verdad, por ejemplo, pasa con el que usa walkman a un determinado volumen. Estos aparatos electrónicos superan ampliamente los niveles permitidos de audición, pero es imposible controlar cuánto esa persona lo usa. Por eso es tan importante el tiempo en que el oído se expone a un ruido.
-Lo mismo pasa con los televisores o los equipos de música...
-Claro. En algunas ciudades de Europa estos electrodomésticos tienen que exhibir una etiqueta donde se le advierte al cliente que después de un cierto volumen perjudica a la salud. Lo que pasa que nadie es responsable del mal uso.


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