U.G. Mauro
"Cuando empecé a fusionar la murga con el rock, algunos tradicionalistas no se ofendieron sino que directamente me despreciaron hasta que un letrista de murga al que respeto mucho, Carlos Soto, me dijo: «Lo que vos hacés es rock, no es murga, pero me gusta mucho». Sentí que era un aliciente que un tradicionalista me aprobara y sentí que pasaba a ser aceptable", recordó el cantautor uruguayo Jaime Roos, quien anoche presentó en el teatro El Círculo su último trabajo discograáfico "Contraseña". El creador de "Brindis por Pierrot", el tema que según datos oficiales de las discográficas uruguayas constituyó el mayor éxito de la historia de los últimos 20 años de ese país, dialogó con Escenario sobre su nueva formación, su condición de pionero de la fusión entre la murga y el rock, los momentos de su carrera vinculados con la vida política de su país y sobre la historia de algunas de sus canciones. Durante la charla habló también de la renovación de los géneros musicales populares y, a modo de síntesis de su pensamiento, sentenció: "Los tiempos cambian y la murga debía cambiar porque si no la murga iba camino a ser un género marchito". -¿Qué cambios se produjeron entre tus músicos? -Somos una banda nueva que también se llama Contraseña. La mitad de los integrantes estaban con mi vieja banda La Doble; son los mellizos Ibarburú y su hermano Andrés, en batería, guitarra y bajo; Walter Haedo en percusión, Gustavo Montemurro en teclados. Con ellos trabajé desde el 95 en adelante cuando tenían 19 años. Hoy ya están viejos pues tienen 26 (risas). También está Freddy Besio que es la voz solista de algunos temas y un coro con cuatro nuevos compañeros que son Emiliano Muñoz, Pedro Takorián, Nei Perazza y Alvaro Fortess que vienen de los mejores coros murgueros que tenemos en Montevideo. Ellos integran murgas y vienen de otros palos, los cinco cantantes vienen del carnaval, Besio toca el bombo en la murga Araca la Cana. -¿Araca la Cana es la más antigua de Montevideo? -No, hay otras, pero de todas maneras tiene 65 años. Los demás son de La Gran Siete, que tiene un muy buen coro. Los mellizos Ibarburu tocaron con Fito (Páez) y el bajista toca con (Rubén) Rada. Yo jamás les exijo exclusividad. -¿Por qué el disco contiene tantos temas de otros autores? -No se trató de hacer varios homenajes no son varios homenajes, sino uno sólo a la música popular uruguaya. Hay 12 autores diferentes a los que quiero y admiro, y esencialmente hago lo que más me gusta de ellos. Es algo que hace 6 ó 7 años que lo tenía en un cajón. Es la primera vez que hago esto de poner tres canciones mías nada más. Quería sacarme las ganas de grabar esas cosas que canto en las pruebas de sonido y en los asados, porque a veces los cantautores nos aburrimos de cantar nuestras canciones y queremos algo de autores que uno admira. -En el disco hay temas de Zitarrosa, Dino, Maslíah, pero quedaron muchos afuera. . . -Y sí. . . quedaron afuera El Sabalero (José Carabajal), Rubén Rada, Hugo Fattorusso, Los Olimareños, Daniel Viglietti. . . es una lista interminable. Yo propuse incluso un álbum doble, pero en la compañía me rechazaron la idea y me propusieron hacer más adelante otro con el mismo espíritu. Tenían razón; era demasiada música. Creo que el oyente tiene capacidad auditiva para escuchar curenta y cinco minutos. Con esos álbumes gigantes termina aburriéndose. Entonces pensé hacer un segundo disco independiente de éste, aunque después también desistí porque con este botón de muestra -que no pretende ser representativo- alcanzaba para que los jóvenes conozcan a ciertos autores y canciones. No importa si alguno quedó afuera, porque esto no quiso ser nunca una guía telefónica de los músicos uruguayos. -Según trascendió, ya tenés preparado otro disco que iba a salir antes que este. . . -Hay otro álbum que tengo casi listo, pero saldrá recién en el 2002. Yo me tomo mucho tiempo para hacer las canciones. A veces hago la música en un día y la letra 7 meses después. A veces una letra me lleva 22 meses hacerla, como la de "Brindis por Pierrot", que me costó mucho porque sentía una responsabilidad muy grande por cada palabra. Sin embargo, a "Colombina" la hice en una noche y "Si me voy antes que vos", también. Voy a necesitar irme a la casa que tengo afuera de Montevideo para hacerlas como yo quiero, porque no me inquietan los tiempos y quiero sentirme bien con lo que le brindo al público. -¿Por qué solés decir que no sos un cantante? -Yo siempre fui un compositor, y antes de eso, bajista. Un día me convencí que podía cantarlas, pero me pareció que mi punto fuerte era escribir. Nunca le di mucha importancia, pero después cambié y creo que lo hago un poco mejor que antes; no mucho, pero algo mejor. -¿En qué consistieron tus experiencias europeas; eso de tocar salsa, por ejemplo? -Tocar el bajo en la salsa es igual que tocarlo en el reggae. Ahí, el bajista es el rey. Hacía esos estilos porque no tenía más remedio, porque si no me moría de hambre. Entre otras cosas, también fui director musical de un ballet folclórico argentino, toqué jazz en bandas de latin jazz, toqué en grupos de rock ingleses, y vestido de esmoquin hice música en los cabarets tocando temas como "Extraños en la noche". Hice de todo y toqué con músicos de todos lados, algunos muy malos y otros excelentes, todo para poder comer. Muchas veces me encontraba tocando con algún músico top europeo que también para poder comer terminaba tocando por 50 dólares en algún bar. Uno terminaba tocando con un capo de esos con los que se aprende mucho. -¿Cómo reaccionaba el público cuando comenzaste a fusionar murga y candombe con el rock y el pop? -Yo andaba de botija (niño) en el ambiente murguero y soy del Barrio Sur, que es "la capital del candombe". Son cosas que estuvieron siempre en mi vida al igual que la milonga, que me vino por el lado de mi madre que era de origen rural. Soy de una generación influida por Los Beatles hasta que un día descubrí que eso que yo amaba y que era el candombe y la murga se podían fusionar con esa música nueva que también amaba. Ya con 18 años, en el 70, e incluso antes con 15 años, empecé a tocar candombe rock. Cuando fui a Europa, reafirmé lo que pensaba. Opté ideológicamente por representar lo más cabalmente posible la música de mi país, que era lo único que me aseguraba diferenciarme de los demás. Si tocaba tarantellas en Italia, seguramente me iban a decir: "Mirá, flaco; acá hay muchos que la tocan mejor que vos" (risas). -¿Sentís que fuiste pionero en este tipo de fusiones? -No. Ya había cosas así hechas por Eduardo Mateo, Rubén Rada, Totem, El Quinto, los Fattorusso con Opa. . . Lo que sí llamó la atención fue mezclar murga con rock. En términos generales, se recibió muy naturalmente. Hubo unos pocos tradicionalistas que más que ofenderse me despreciaron, que decían que lo que hacía era candombe al revés, hasta que un gran letrista que admiro mucho, el legendario Carlos Soto, me dijo: "Vos hacés rock and roll, no murga, -y agregó-, pero ¡Me encanta!". Por fin, alguien se daba cuenta. Fue todo un aliciente que un tradicionalista me diera el visto bueno, y así pasé a ser aceptable. Los tiempos cambian y la murga debía cambiar porque si no la murga iba camino a ser un género marchito. -¿Qué hay de cierto en la anécdota que circula sobre tu viejo tema "Aquello", según la cual la canción hacía referencia a la clandestinidad en la que vivía José Carabajal durante la dictadura. -Algo me comentaron sobre eso, pero la verdad es ésta: El Sabalero estaba exiliado en Holanda. Yo escribí "Aquello" inspirado en el espíritu inicial de los Tupamaros -que quede claro, en el espíritu inicial de los primeros Tupamaros-, en la voz de Carlos Solé, que era un gran relator de fútbol y en Los Beatles. Y me las ingenié para que "Aquello" fuera todo y no fuera nada, para que cualquiera pudiera ponerla con su imaginación donde y con los nombres que quisiera, que fuera un comodín. -¿Tuvo algo que ver con tu exilio? -Sí. Cómo era un candombe muy tradicional, me pareció que no era para mi voz y le pedí al Sabalero que la cantara en el álbum que grabé en Francia en aquel momento como invitado especial y la estrenó. Todos creen que la escribió El Sabalero porque fue él quien la cantó primero. La anécdota es que cuando volví al Uruguay, la canté yo en vivo y dije: "La voy a cantar en nombre del Sabalero, ya que no puede estar aquí" y por eso la dictadura me echó y ahí si me exilié políticamente de verdad. En el 83, me sacaron la tarjeta roja. La dictadura militar se fue al año y medio de eso y entonces pude volver a mi país. -¿Reconocés alguna etapa de tu carrera en la que no hayas incursionado en la fusión? -Mi trayectoria musical es viboreante, me voy de lo electrónico a lo acústico de acuerdo a lo que siento en el momento. No puedo evitar fusionar cosas. Mis canciones son distintas ramas de un mismo árbol, de "Candombe del 31", mi primer disco, hasta "Contraseñas". De mi primer disco se puede decir "¡qué mal que suena!" (risas), pero ahí ya está todo planteado. Se nota lo que vendría después. -Tu música comenzó a conocerse en la Argentina en los tiempos en que trabajabas junto a Washington Canario Luna. En esa época circulaban rumores acerca de que existían algunas diferencias entre ustedes. ¿Alguna vez pensás volver a trabajar con él? -El pensador James Bond (risas) dijo una vez: "Nunca digas nunca jamás", pero por ahora yo lo considero altamente improbable, y me anticipo a una posible pregunta: No vale la pena saber los porqué.
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