Un 40 por ciento de los chicos de hogares pobres no alcanza un nivel de 80 de coeficiente intelectual -por debajo de lo normal- y el factor central que causa este déficit es la desnutrición, según un estudio realizado en Capital Federal y Gran Buenos Aires. La situación será analizada hoy en una jornada sobre Pobreza y Desarrollo Mental Infantil.
La jornada está organizada por el Instituto Universitario Cemic (IUC) y la Fundación Conectar a través de la Unidad de Neurobiología Aplicada (UNA), y será inaugurada a las 9 por el ministro de Desarrollo Social, Juan Pablo Cafiero. El encuentro se desarrollará en avenida Galván 4102, en el barrio porteño de Saavedra, y tiene como objetivo actualizar los trabajos de investigación sobre la influencia de la pobreza en el desarrollo mental infantil.
El coordinador de la jornada, Sebastián Lipina, señaló que "la UNA realizó un estudio para evaluar cómo la pobreza afecta el desempeño intelectual de los niños y para eso se tomaron pruebas de inteligencia a unos 700 chicos de uno a cinco años, de hogares pobres y no pobres, de Capital Federal y Gran Buenos Aires".
"El resultado de este estudio indica que un 40 por ciento de los chicos de hogares pobres no alcanza un nivel de 80 de coeficiente intelectual", cuando la media es entre 85 y 115 puntos, "por lo que tienen mayores problemas que los chicos de hogares no pobres", destacó.
El experto explicó que un nivel de 80 de coeficiente intelectual implica que "estos chicos tienen déficits en las pruebas ejecutivas, la memoria, la posibilidad de control de impulsos prepotentes, la planificación, la atención y la obediencia a reglas sociales".
Posibilidades de fracasos
"Un chico con menos de 80 de coeficiente intelectual tiene un riesgo mayor de fracaso académico, y esto lo puede llevar al fracaso laboral y social", alertó Lipina. Es más, "el ciclo se retroalimenta ya que cuando estos chicos crezcan y tengan hijos, probablemente éstos van a ser también pobres y sufrirán de los mismos déficits que sus padres", afirmó el especialista, quien forma parte del equipo de investigación de la UNA, el cual está encabezado por Jorge Colombo, y es integrado también María Inés Martelli y Beatriz Vuelta.
A la hora de analizar las causas del menor coeficiente intelectual de los chicos pobres, Lipina sostuvo que "la maduración del sistema nervioso central se desarrolla en base a un plan en el que participan factores genéticos y ambientales, y es dentro de estos últimos donde entran las cuestiones asociadas a la pobreza".
"Y la desnutrición juega un rol central porque el sistema nervioso central requiere de los nutrientes para un buen crecimiento y desarrollo", planteó el especialista y ejemplificó que "las anemias de hierro son un caso típico asociado a los déficits cognitivos".
Sin embargo, Lipina sostuvo que "la desnutrición en el período pre y posnatal no es el único factor relacionado con la pobreza que causa este tipo de déficit", ya que hay otros condicionantes sanitarios, sociales, educativos y hasta medioambientales que influyen en el nivel de coeficiente intelectual.
"La premadurez, la falta de control sanitario en las madres pobres, la exposición a agentes tóxicos durante la fase pre y posnatal -como el plomo-, el abuso de drogas ilegales y legales, como el tabaco y el alcohol, y las complicaciones al momento del nacimiento, son algunos de los factores que intervienen", enumeró el experto.
Asimismo, "las características del vecindario, con falta de modelos sociales y de redes sociales, y los niveles de estimulación en el hogar, que están asociados al nivel educativo de las madres, son algunos de los condicionante ambientales".
La jornada que se desarrollará hoy sobre este tema ya cuenta con más de cien inscriptos y está dirigida a pediatras, psicólogos, psicopedagogos, trabajadores sociales, fonoaudiólogos y funcionarios del área.
El foro recibió auspicios, adhesiones y declaraciones de interés del Ministerio de Desarrollo Social, la Secretaría para la Tecnología, la Ciencia y la Innovación Científica del Ministerio de Educación, la Dirección de Salud Mental del gobierno porteño, la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y la Organización Panamericana de la Salud, entre otros.