El nuevo disco de Leo García, "Mar", combina dos corrientes históricamente irreconciliables: la canción de fogón, de melodía y guitarra acústica, con la música tecno bailable. García se muestra acá como un trovador de discoteca, con la invalorable ayuda del periodista Pablo Schanton (el autor de las letras) y de Gustavo Cerati (productor y especie de padrino artístico). En "Mar", García no puede dejar de parecer el hijo de Gustavo Cerati y Daniel Melero, con influencias que van desde Luis Alberto Spinetta hasta Virus. Por eso no hay que buscar originalidad en el disco, pero sí es posible encontrar belleza. Al igual que Babasónicos, Leo García trabaja con desechos de la cultura pop, pero lo que en el grupo de Lanús es sátira y desmesura, en García es emoción y simpleza. En "Mar" hay un puñado de canciones de amor entrañables y tarareables, como "Morrissey", "Amor al arte", "Muerto" y "El amor es ciego". También hay grandes temas de soledad y ausencia, como "Nadie salva", "Mar" o "Poesía rock". En otras canciones, como "Eco", "Humo" y "Cerca", la influencia de Soda Stereo (de "Dynamo") y Daniel Melero (de "Travesti") es tan obvia que puede desde encantar hasta resultar molesta. Si después de escuchar "Mar" alguien se queda tarareando algunas de sus canciones, aunque sea inconscientemente, entonces este disco habrá valido la pena.
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