Año CXXXIV
 Nº 49.215
Rosario,
martes  21 de
agosto de 2001
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Lucrecia Escudero Chauvel dijo que "Rosario puede tener su propia moda"
Una semióloga ve a la ciudad como un posible polo de diseño
Contra la masificación, la especialista, discípula de Umberto Eco, propone educar el gusto en la diversidad

Laura Vilche

"Rosario puede y debe tener un diseño propio de moda porque posee todas las condiciones para logralo. Además de un altísimo potencial simbólico, en el cual la plástica posee una tradición de excelencia, la ciudad se ubica geográficamente en un lugar estratégico, y algo más: los rosarinos son lindos". Estos no son elogios de un turista, sino el análisis de Lucrecia Escudero Chauvel, una rosarina radicada en Francia desde hace once años, y que hoy, a las 19, brindará la charla "La moda. De lo global a lo local", en la Fundación Libertad (Mitre 150).
Escudero Chauvel, licenciada en letras en la Universidad Nacional de Rosario (UNR), doctorada en semiótica con Umberto Eco en la Universidad de Bologna y actualmente profesora en Lille y Paris, conversó sobre la moda con La Capital. Un tema que ella despoja de la frivolidad con la que se lo suele tildar y que insiste en rescatar: "En Europa la moda es una industria tan pesada como la alta tecnología. Y en Argentina, y precisamente en esta región, se puede generar un polo de vanguardia en la materia, más allá de la crisis. Eso sí, es importante una política empresarial agresiva y un Estado que controle el plagio".
-Cristóbal Balenciaga en el museo Kursaal de San Sebastián, Giorgio Armani en el Gugghenheim de Bilbao y accesorios británicos en el parque de España de Rosario. Esto continúa disparando la pregunta respecto de si la moda es arte...
-La moda es la forma que tienen las sociedades contemporáneas para adaptarse al cambio. Es un signo de modernidad y al mismo tiempo la expresión del capitalismo complejo. Por una parte está unida a la estética y al arte, por otra, está estrechamente ligada a la industria textil y a las nuevas tecnologías -polietileno y géneros transparentes, por ejemplo- y al comercio, uno de los más fuertes en Europa. Y, por supuesto tiene una dimensión de diseño, no se la puede pensar sino como una forma de dar forma. Hoy en día ni las gomas de borrar escapan al diseño.
-¿La globalización favorece a que las vestimentas sean las mismas en todo el mundo?
-En parte sí y en parte no. Porque hay una reafirmación regional y local fuerte que genera un diálogo con el mercado mundial. Aquí la moda no sólo la conforman las remeritas de Taiwán que se venden a 2 pesos. Se inventan e importan diseños, un claro ejemplo es el de la diseñadora porteña Mary Tapia, quien con tejidos de telar hizo creaciones espléndidas de gran reconocimiento en la alta costura.
-Usted habla de los productos de Taiwán y toca un punto neurálgico de la empresa textil nacional que ha emigrado, por ejemplo, a Brasil en busca de mejores mercados. Es más, los empresarios dicen no poder competir con la industria callejera de ropa que logra evadir 3 mil millones por año en impuestos y cargas sociales...
-Cualquiera puede encontrar productos falsificados de Louis Vuitton y de Chanel en Francia, Italia y Nueva York. Pero entiendo la indignación del empresariado. El Estado debe impedir el comercio barato y la falsificación. Esta región cuenta con todo lo necesario para comenzar una reflexión colectiva que articule el comercio, el arte y el diseño y producir un polo regional de proyección en el diseño de moda. Varanasi, una firma nacida en Rosario y con prestigio fuera del país, lo logró. Hace falta que la gente se saque la costumbre de delegar en el Estado soluciones de creatividad propias del individuo.
-Dicen que los rosarinos miramos a Buenos Aires en cuestiones de moda.
-Eso sucede en todas las sociedades organizadas. Buenos Aires mira a París y París a Nueva York. Umberto Eco decía: "Siempre somos negros en algún lugar" y creo que es una buena frase para marcar la distinción entre centro y periferia. Esto es típico de las miradas culturales; de todos modos, así como hay que independizarse de la tutela del Estado hay que hacerlo de Buenos Aires. Ellos no deben marcar nuestra moda.
-¿Qué es lo bueno y lo malo que vio por estos días en las vidrieras rosarinas?
-No puede ser que la solución única sea la masificación del jean. Apuntar a vestir siempre lo mismo es como tener un pensamiento único, algo que empobrece la cultura. Creo que hay que predicar tanto la diversidad como la expresividad, eso implica educar el gusto, entendido como lo entendía Kant, como forma de civilización.



La semióloga Chauvel dijo que los rosarinos "son lindos".
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