Pablo Mihal
Estuvo para cualquiera, pero fue para Duendes. Ayer, en el cierre de la primera fecha del Torneo del Interior, en el duelo de los verdinegros, el conjunto del barrio Las Delicias se impuso a Tucumán Rugby por un ajustado 30 a 28. Quizás el mayor mérito en esta victoria estuvo en que el conjunto rosarino nunca bajó los brazos, supo esperar y cuando tuvo que definir lo hizo. No obstante los entrenadores tendrán que trabajar en varias facetas que ayer resultaron deficitarias. Lo mejor del partido se vio en los últimos minutos. El marcador no tuvo un dueño seguro hasta el pitazo final. Hasta ese entonces los dos equipos hicieron un esfuerzo supremo para quedarse con la victoria. De hecho, la última palabra la tuvo Tucumán Rugby con un penal desde mitad de cancha, cuyo envío no prosperó, si no la historia hubiera sido otra. Ayer dentro de la cancha hubo dos estilos de juegos muy parecidos, con dos equipos que tuvieron la intención de jugar abierto pero que fallaron en sus intentos. Si bien ambos se equivocaron reiteradamente, Duendes cometió muchos errores no forzados y fallaron en la zona de contacto. Esto ante un equipo como Tucumán Rugby hizo que a Duendes se le hiciera mucho más difícil poder darle continuidad al juego. Además, exceptuando el line y el scrum, cometió muchos errores en todas las facetas del juego. Otros de los errores más visibles en el dueño de casa fue que al portador de la pelota le faltó apoyo cuando logró sorprender. Muchos no se involucraron en el juego o bien, si pasaban en los rucks, se detenían; o cuando tackleaban se quedaban en el piso y no se paraban para ir en apoyo. Sin embargo el pecado más grande de Duendes fue no tener un pateador confiable. De hecho, en un partido muy parejo, no contar con uno le quitó esa tranquilidad necesaria para plantear el partido a su manera. En los envíos a los palos se desperdiciaron dos penales y dos conversiones, lo que marca a las claras una diferencia que, por lo menos, no lo hubiera hecho sufrir hasta el final. Con respecto a las actuaciones individuales, la labor del capitán Pablo Bouza y de Camilo Boffelli fue superlativa. Ambos levantaron las banderas e intentaron una y otra vez poner el equipo al frente. La primera conclusión es que estos partidos son intensos desde el arranque mismo pero se definen en el final, en el último minuto, en esos instantes que son los cruciales. Y Duendes, con oficio, lo supo capitalizar a su favor para poder festejar, aunque para poder hacerlo primero debió sufrir, por errores propios, un poco más de la cuenta. Para Duendes era importante empezar el torneo con el pie derecho y así lo hizo, aunque en el medio haya quedado en deuda con el juego.
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