Año CXXXIV
 Nº 49.214
Rosario,
lunes  20 de
agosto de 2001
Min 4º
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cartas
Tomemos conciencia

Real y sinceramente, creería que ningún argentino ha leído, o de haberlo hecho no tomó conciencia de lo que dijo el secretario del Tesoro de EEUU, Paul O'Neill: "Los argentinos no deberían pedir ayuda afuera porque ellos mismos son la causa de sus problemas. Han entrado y salido de crisis desde hace setenta años. No tienen una sola industria de exportación que valga la pena mencionar. Y parece que les gusta. Nadie los obligó a ser lo que son". Si no, todos estaríamos "gritando" por todo lo que nos dijeron. Y yo no puedo, como siempre, menos que pensar, que reaccionar, que tomar conciencia de lo dicho, que comprometerme y decidir. No callar. Son conceptos injuriosos, indignos y humillantes. ¿Por qué tenemos que soportar estas cosas? Si bien no estamos en tiempos de la guerra fría, y hay nostalgias de esa Argentina que, en tiempos precisamente de la guerra fría pudo darse el lujo de sostener por décadas "una tercera posición" entre los EEUU y la Unión Soviética; la gente, las personas, los seres humanos están y existimos. Después, se quisieron retractar, con la voz del subsecretario del Tesoro, John Taylor, y del propio O'Neill. Pero es sabido que la diplomacia es, a veces, una forma exquisita de la mentira. Si es verdad lo dicho, hay que rever las cosas, comprometernos y cambiar todo. Esa bronca contra nosotros viene, entre otras cosas, porque la Argentina se ha salido en las últimas décadas del consenso occidental. Dijo Ortega y Gasset: "Soy yo y mi circunstancia". También dijo que "el argentino es un devoto de Narciso (que se ahogó en un lago por mirarse demasiado en él). Nos guste el mundo exterior o no, nos habrá llegado el momento de cuestionarnos, de comprometernos por lo que nosotros consideramos correcto, por el modo y el estilo de vida que elijamos, de luchar, de pensar, de trabajar todos juntos.
Bernardo Conde Narbaiz Elía


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