Jerusalén. - La amenaza de una invasión israelí parecía haber desaparecido ayer, al menos momentáneamente, en Beit Jala y en los alrededores de Belén, donde, sin embargo, reinaba una tensa calma. Al mismo tiempo, en el norte de Israel, una serie de denuncias sobre la presencia de un atacante suicida islámico hizo que se tomaran extremas medidas de seguridad. El presidente estadounidense, George W. Bush, habló por teléfono con el primer ministro israelí, Ariel Sharon, y ambos coincidieron en la necesidad de evitar la intensificación de la violencia, dijo en Washington un portavoz de la Casa Blanca.
En tanto, un palestino, Kamel Insallam, de 50 años, murió después de que el automóvil en que viajaba volcó, como consecuencia de un ataque a pedradas de parte de un grupo de colonos israelíes cerca del pequeño pueblo de Talfit, en Nablus. La emisora Voz de Palestina, al dar la noticia, dijo que el conductor perdió el control del vehículo; por su parte, los otros cuatro pasajeros resultaron con heridas.
Asimismo, ocho palestinos resultaron heridos en dos explosiones en la ciudad cisjordana de Nablus, entre ellos tres miembros del movimiento Al-Fatah. En la parte antigua de la ciudad, a Ibrahim Hebeisha, miembro de Al-Fatah, le explotó un teléfono celular cargado de explosivos, provocándole heridas leves. Según estas fuentes, se trató de un intento de asesinato perpetrado por Israel. Al parecer Hebeisha está implicado en ataques contra colonos y soldados israelíes. En una segunda explosión, siete palestinos, entre ellos un niño, resultaron heridos. La misma fuente afirma que también se trató de un intento de Israel de asesinar a palestinos.
Tiroteos en Hebrón
Soldados israelíes hirieron ayer a al menos cinco palestinos, entre ellos dos policías, en un tiroteo en un puesto de policía cerca de la localidad cisjordana de Dura, al sur de Hebrón. Anteriormente, los palestinos habían lanzado dos morteros contra un asentamiento judío en la Franja de Gaza sin dejar víctimas.
Asimismo, el ejército reforzó su dispositivo militar en el sur de Gaza, cerca de la frontera con Egipto. Tanques tomaron posiciones cerca de Rafah, donde un soldado resultó herido por una bomba que estalló cuando circulaba en su vehículo.
Observadores occidentales presentes en Beit Jala refirieron una importante presencia de la policía palestina en la ciudad y en la contigua de Belén, con el aparente intento de impedir a grupos armados -o a francotiradores- abrir fuego contra el barrio judío de Ghilo, en la periferia ocupada de Jerusalén este, y provocar una dura respuesta militar israelí.
Una invasión israelí a Beit Jala fue suspendida a último momento aparentemente por fuertes presiones norteamericanas pero también por la oposición del ministro de Relaciones Exteriores, Shimon Peres. La oficina del premier Ariel Sharon negó los rumores sobre las mencionadas presiones.
El ministro de Defensa, Binyamin Ben Eliezer, dijo que la operación se suspendió después de las noticias concretas sobre una decidida actividad de la policía palestina dirigida a impedir, por orden de Yasser Arafat, nuevos disparos contra Ghilo. "Aparentemente -dijo Ben Eliezer- Arafat comprendió que existen líneas rojas imposibles de superar. Siempre dije que, si quiere, puede detener la violencia".
Sharon sin embargo advirtió: "En el momento en que se dispare el primer tiro contra Ghilo, nuestras tropas entrarán en Beit Jala", que se encuentra en territorio palestino plenamente autónomo y podrían estar allí por un lapso indefinido.
En Israel, como consecuencia de una urgente denuncia sobre infiltraciones en el norte del país de un kamikaze, se tomaron rígidas medidas de seguridad que duraron horas y que luego en parte fueron revocadas después de que el peligro resultó menos inmediato de lo que se temía. No obstante, en la población existen fundados temores de que los ataques suicidas se repitan en cualquier momento. Los puestos de bloqueo de la policía y otras medidas de seguridad provocaron grandes embotellamientos de tránsito e hicieron más lentas las actividades cotidianas en vastas áreas.