Año CXXXIV
 Nº 49.210
Rosario,
jueves  16 de
agosto de 2001
Min 10
Máx 14
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





Editorial
Drogas en las escuelas

Las denuncias sobre venta de drogas en dos escuelas de la ciudad de Rosario causaron gran conmoción que, a no dudarlo, está totalmente justificada. En una actitud elogiable y que habla cabalmente de su compromiso con los alumnos y con la sociedad, directivos de ambos establecimientos hicieron llegar su preocupación a SOS Escuela. Inmediatamente, la situación se notificó al Ministerio de Educación de la provincia, que comenzó a investigar el tema.
Desde las escuelas se sostiene que se consume y vende marihuana. Estarían involucrados alumnos de entre 13 y 15 años, que asisten al nivel secundario. Más alarmante aún resulta si se tiene en cuenta que en uno de los colegios, los propios alumnos reconocen que "se fuma en los baños" y se consiguen cigarrillos de marihuana por un peso.
Tanto desde Educación como desde SOS Escuela sostienen que no hay que alarmarse sino concientizar de que este es un problema que afecta a la sociedad en su conjunto y que, por lo tanto, las escuelas no van a estar ajenas. Y ese es, seguramente, el mejor camino. En particular, por parte de los padres. La cercanía de la familia con los chicos, el diálogo permanente y el conocimiento de las actividades que realizan, como también de los grupos con los que se relacionan, servirá para prevenir y detectar conductas que pueden resultar dañinas. No se trata de castigar ni aislar a los chicos que eventualmente hayan tomado actitudes equivocadas; por el contrario, se requiere mucha comprensión y firme apoyo.
Lo que constituye un serio error es que sean los propios padres quienes se empeñen en negar la realidad. Tanto sea porque creen que esa es la mejor forma de proteger a sus hijos o por temor a una condena social.
Las escuelas también juegan un papel clave. Condenar a quienes consuman, negar esta problemática, no es la mejor salida; en cambio, el contacto con los organismos adecuados para armar proyectos que contengan a aquellos alumnos que tengan esta problemática puede servir para hallar una solución.
El problema es complejo y conmocionante. Pero no puede paralizar. Hay opciones y animarse a transitarlas, aunque parezcan difíciles, en el largo plazo rendirá sus frutos.


Diario La Capital todos los derechos reservados