Durante una experiencia estresante es probable que a la persona le resulte difícil recordar hechos y detalles almacenados en su memoria. Ese lapsus fue comprobado por un equipo de investigadores de la Universidad de Zurich, Suiza, que realizó pruebas de memoria a 36 adultos sanos.
Entre las situaciones típicas de estrés en las que una persona puede experimentar un "blanco" o "laguna" en la memoria se encuentran: exámenes, entrevistas de trabajo, intervenciones quirúrgicas, asaltos, presentaciones en público, testimonios en juicios, etcétera.
Para el estudio, realizado por Dominique de Quervain y otros colegas, se utilizaron comprimidos de cortisona y pastillas de placebo en distintos momentos de las pruebas. La cortisona se transforma rápidamente en cortisol, una hormona que se libera durante situaciones estresantes y parece perturbar la capacidad de recordar.
Se pidió a los participantes que memorizaran 60 sustantivos en alemán que aparecieron en la pantalla de una computadora durante 4 segundos cada uno. Luego, tuvieron que escribir la mayor cantidad de palabras que pudieran recordar. En otra prueba, seleccionaron los vocablos que habían visto de una lista más larga. Una hora después de tomar un comprimido de cortisona, se produjo entre los participantes una disminución en la capacidad de recordar.
"La memoria no está aislada sino que depende de todo un proceso en el que intervienen la percepción, la imaginación, la creatividad y el interés", explica Cyla Kesten, licenciada en psicología y coordinadora del taller de estimulación de la memoria que la Universidad Maimónides ofrece dentro de su programa de actividades para adultos mayores. "Recordar implica percibir, retener y evocar", agrega Kesten. Justamente una situación de estrés afecta las primeras etapas de este proceso porque altera la percepción y la concentración.
Memoria inmediata
Lidia Ariovich, psicóloga especializada en psicosomática y presidenta de la Asociación Argentina de Estrés, amplía: "En situaciones estresantes se pierde la memoria inmediata, se pierde la capacidad de ligar emociones con pensamientos, se corta el vínculo entre el cuerpo y la mente".
Ambas especialistas coinciden en que este estudio viene a corroborar lo que se aprecia en la práctica profesional cotidiana. "En el consultorio -ejemplifica Ariovich- medimos el grado de estrés de la persona mediante una prueba de exigencia de la memoria o rapidez mental, que se conoce como prueba de estrés seco. Así se comprueba que la memoria se bloquea por el estrés: al exigirse tanto al aparato psíquico, la carga de tensión bloquea todo pensamiento y memoria".
Los neurólogos afirman que muchas consultas angustiadas por problemas de memoria no responden a signos precoces de la enfermedad o mal de Alzheimer sino, simplemente, a las consecuencias del estrés o la depresión.
Entre las conclusiones de la investigación suiza, publicada en la revista Nature Neuroscience, se destacó que los niveles altos de cortisona aparentemente no lograron debilitar ninguna otra capacidad mental. Sin embargo, Ariovich y Kesten disienten al respecto. "En un estado de estrés aumenta la posibilidad de sufrir accidentes -dice Kesten- porque se produce una disminución de la percepción y de la capacidad de atención; la persona está ensimismada y más desligada del mundo exterior". Según Ariovich, estos son momentos específicos que no se pueden anticipar ni controlar.
Otros especialistas, en cambio, sostienen que se puede intentar bajar el grado de tensión frente a situaciones previstas, como exámenes, operaciones o entrevistas de trabajo. Los secretos que proponen son los siguientes:
Relajación: desde ejercicios de relax hasta sesiones de hipnosis en las que se induce a la persona a estar tranquila.
Elaboración: hablar del tema con el entorno o en el marco de una terapia puede ayudar, por ejemplo, a disminuir la angustia ante una intervención quirúrgica.
Medicación: algunos fármacos, como los beta-bloqueantes, previenen la taquicardia o la sudoración en aquellas circunstancias que generan tensión.