Dos meses y medio después de su última presentación, aquel contundente y lejano 3 a 0 sobre Colombia en el Monumental, el seleccionado argentino volverá esta tarde, a las 18, a saltar a escena. Será a 420 kilómetros de aquí, en el estadio Atahualpa de la colonial Quito, a 2.850 metros de altura sobre el nivel del mar y con 44 mil ecuatorianos enfervorizados empujando por la ilusión de todo un país. Será una parada muy especial para el equipo dirigido por Bielsa. Una nueva victoria, al cabo, rubricaría lo que desde hace ya bastante tiempo parece una certeza: su clasificación para el Mundial de Japón y Corea. Si suma nuevamente de a tres, la Argentina se asegurará una de las cuatro plazas directas que Sudamérica tiene a disposición para el Mundial (el equipo que finalice quinto deberá jugar un repechaje frente a Australia, ganador de Oceanía, para dirimir el cupo restante). La altura, invisible pero molesta, obligó a Bielsa a diagramar un plan especial para intentar contrarrestar sus temidos efectos. Argentina, se sabe, transita por las eliminatorias con la fiereza de un león y la convicción de un equipo cada vez más afirmado como tal. La prueba de mañana promete ser exigente por varias razones: 1º) Los locales pondrán en juego gran parte de un objetivo que, al ser históricamente esquivo, se ha transformado en una obsesión. 2º) La altura, un fantasma que complica a todos los equipos habituados a jugar en el llano. 3º) Ecuador marcha invicto como local, condición en la que en estas eliminatorias ganó seis partidos (los últimos cinco en forma consecutiva) y empató el restante. Aquí, los medios locales llaman a Ecuador como "la selección tumbagigantes". El último 25 de abril, en los 3.800 metros de altura de La Paz, Argentina rescató a duras penas un agónico 3 a 3 frente a Bolivia, un equipo al que en condiciones normales debería ganarle con facilidades. Argentina registra dos antecedentes en la altura de Quito, cuando el entonces entrenador Daniel Passarella acuñó la famosa frase: "La pelota no dobla". Bielsa no confirmó la formación, pero se descuenta que volverá a incluir entre los once a Walter Samuel, quien cumplió la fecha de suspensión e ingresará por Pochettino. El técnico de Ecuador, el colombiano Hernán Bolillo Gómez, también prefirió el hermetismo a la hora de dar a conocer el equipo. La cita promete ser caliente, de esas que se juegan con los dientes apretados. La cuestión, al margen de las dificultades externas, pasará por conservar la grandeza exhibida hasta el momento. Ni más ni menos.
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