Tanto Jihad Islámica como Hamas se han especializado en aterrorizar mediante los "hombres bomba" o atacantes suicida. Uno de los más sangrientos ataques se produjo el último jueves en una pizzería en Jerusalén donde murieron 18 personas. Pero, ¿por qué el atentado suicida en un bar de Haifa repleto de clientes el domingo no tuvo un número de muertos similar al del pasado jueves? Según el testimonio de los dueños del café Wall Street, publicados en la edición de ayer del diario Jerusalem Post, el palestino que se inmoló el domingo intentó, antes de morir, alardear con la destrucción que llevaba adosada a su cuerpo. "¿Ustedes saben qué es esto?", les preguntó Muhmoud Bakker Nasser, el militante de Jihad Islámica, a los parroquianos que estaban en el bar mientras se levantaba la camisa y mostraba el explosivo que llevaba. En una fracción de segundo, el dueño del local derribó al palestino de un sillazo y la gente en un acto reflejo se arrojó al suelo para cubrirse de la explosión que se anunciaba. Fue entonces que la bomba detonó.
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