El bronce brilló como un sol en el pecho de los integrantes del seleccionado argentino, que en esta ciudad japonesa se treparon al tercer lugar del podio y recibieron con felicidad la primera medalla en la historia de los mundiales Sub 21, una conquista que significó otro paso al frente de la Argentina en el básquetbol internacional, que ratificó el progreso de los juveniles. La victoria frente a República Dominicana por 87 a 82 mejoró las ubicaciones alcanzadas en los dos mundiales anteriores: sexta, en España (en 1993), y cuarta, en Australia (en 1997). Vale recordar que la Argentina había logrado dos medallas de bronce en los mundiales Sub 20 de Brasil (1979) y de Canadá (en 1991). En Japón, el campeón invicto fue Estados Unidos, que batió en la final a Croacia por 89 a 80 en un choque de dos potencias mundiales. No se estuvo lejos de la medalla de oro y probablemente alguno de los chicos del Sub 21 aún sientan pena por ese cruce con Estados Unidos en la semifinal, cuando perdieron 95-90. La medalla de bronce fue muy merecida. Los jugadores, los entrenadores y los dirigentes trabajaron con una resposabilidad y puntillosidad sin antecedentes. Faltó que los chicos aprendieran a hablar japonés, nada más. Se entrenaron en doble turno durante dos meses, se realizaron todos los estudios médicos necesarios, recorrieron parte del país jugando amistosos y promoviendo este deporte, comenzaron la adaptación al horario de las antídopas en Buenos aires, hicieron grandes sacrificios, tuvieron pocos días de descanso y jugaron en Japón siete amistosos antes del Mundial. Una preparación ejemplar de un plantel que pocas veces reunió tantos jugadores con semejante talento y oficio. Mucho del mérito de esa experiencia se edificó desde la temprana aparición de la Liga Nacional. Esa es la parte más positiva. Cuando las estrellas emigran, los chicos ocupan su lugar; por eso aprenden rápido. A tal punto que apoyados en una buena organización consiguieron el bronce. Por eso también casi todos continuarán sus carreras en el exterior; es que los chicos argentinos, con estas actuaciones, cada vez son más un producto de exportación. Siguen el camino de los que el último fin de semana hicieron vibrar a la gente en Ferro con el Súper 4. Y estos, como los Sub 21, quieren mucho más.
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