Carlos Pulvirenti
Totoras. - "Pinta tu aldea y serás universal", dice un viejo axioma, y esa es la idea que Ana Barzola -una cordobesa que vivió 18 años en Totoras- encaró para hacer una serie de documentales que recrean las vivencias de diversos totorenses. La propuesta apuntó a rescatar la tradición oral, el anecdotario popular, las leyendas y los personajes que marcaron y aún protagonizan los momentos de la historia de una zona agrícola y ganadera del sur santafesino. La serie de documentales se denomina "Postales de vida" y mediante un recorrido emotivo por el pasado se reflejan oficios que se perdieron con el paso del tiempo, dichos populares, mitos, historias de vida y de instituciones que, en definitiva, nutrieron los últimos cien años de Totoras. "Postales de vida" se difunde por Canal 4 de Totoras los sábados al mediodía, pasadas las 13. Cada emisión de 45 minutos pretende "rescatar la memoria y ofrecer un pantallazo pleno de recuerdos y curiosidades del pasado", afirma Barzola. -¿Cómo surgió la iniciativa de hacer documentales sobre Totoras? -Esta es mi primera experiencia en documentales, antes hice teatro y cine como actriz. Estudié con Pino Solanas y actué en 1994 en la película "La nube", también integré elencos de Arteón y Discepolín en Rosario. Nací en Bell Ville, viví desde 1960 a 1978 en Totoras, y ahora regreso todas las semanas. Siempre observé que no se rescataban historias ricas para la zona. La gente grande fallecía y se perdían anécdotas y detalles que sólo se transmitían por tradición oral. Faltaban registrarse esas experiencias. Un día le conté a Pino y él me dijo que no dudara, "andá y hacelo", me repetía. -¿Cuántas entrevistas se han filmado hasta ahora? -Había que largarse porque sino se perdían muchas historias. Hasta ahora tenemos nueve casetes de tres horas cada uno, los vamos seleccionando por temas. La cantidad de gente reporteada en cada casete no podría precisarla, es muchísima. Empezamos el 4 de agosto del año pasado. En el Canal 4 de Totoras se dio un avance con una selección de temas a manera de disparador y ya se presentó el primer documental de la serie que se llama "Estamos siendo", titulado así porque en el medio de una charla alguien nos dijo que los argentinos "no somos, estamos siendo, hay que tratar de ser". Además hay una frase que dice "no hay cosa más sin apuro que un pueblo haciendo su propia historia". -¿Hay muchos apodos simpáticos o para reflexionar? -Claro, tanto que mi productora se llama Serruchala Catuto, que surge de una anécdota de un señor de apellido Sosa, apodado Catuto. Resulta que Sosa tenía un Ford del año 27, y al probarlo en el Club Unión de Totoras, en una curva muy cerrada de la pista, el acompañante le gritó "serruchala Catuto" instantes antes de que se clavaran en una zanja. El hecho quedó grabado en muchos y el apodo de Sosa también. A mí me causó gracia y lo adopté para la productora. Jane Fonda Producciones le quedaría bien a ella que nació en EE.UU., pero yo nací en Bell Ville, soy cordobesa y viví 18 años en Totoras, por ello le puse Serruchala Catuto. -¿Es observadora? -Sí, además mi padre tenía en Totoras una gomería. Por ello he visto pasar una larguísima serie de personajes. Mi suegro era camionero y también me contaba anécdotas. Saber escuchar y rescatar lo narrado es una hermosa tarea, ardua pero linda. En los documentales grabamos horas y horas, y luego hacemos un gran trabajo de compaginación y selección. La idea es hacer docenas de temas con las cientos de entrevistas y armar un muestrario de recuerdos, presentados en programas de 45 minutos. -¿Ha tenido respuesta favorable la propuesta? -Tuvo mucha llegada. Hasta los avances del programa se comentaron en toda la ciudad. El documental está hecho para contar historias. Un simple hecho interesa a muchos, trasciende, porque cuenta vivencias de toda una zona. La gente se siente representada con historias de sus pares. Se registra el cambio de épocas, desde los años en que los santiagueños venían a deschalar el maíz hasta lo que es hoy. Estamos viendo la posibilidad de que se pasen en Canal 7 de Buenos Aires. Ya hemos hablado y estamos terminando de compaginar una serie de documentales para presentar un número de notas y entrevistas que le den continuidad. -¿Tiene anécdotas graciosas? -En los bailes de campos hay cientos de casos graciosos, uno que se repetía mucho era cuando un ocurrente cambiaba los caballos de los sulkys. Siempre había alguien borracho que subía a su sulky cambiado y el caballo, acostumbrado a hacer el camino a su casa, llevaba al dueño del carruaje a un campo que le era ajeno. También hay emotivas como el señor que se recibió en la década del 30 en la escuela primaria y su alegría ese día -al recibir el certificado- se empañó cuando le dieron la noticia que había muerto Carlos Gardel. Asoció el único título con algo que lo movilizó tanto, que aún lo recuerda. -¿Y los mitos de la zona? -Las lloronas son mitos de muchos pueblos. En muchos casos era un individuo que a la noche se ponía una sabana encima, hacía sonar cadenas y lloraba. Todo el mundo se asustaba y cerraba puertas y ventanas. Al otro día seguro que faltaban pollos, gallinas y ropas tendidas. Más que llorona era una persona ladrona, un vivo. También denominan llorona a las mujeres que las contratan para "animar" los velorios con su llanto. -¿Cómo se integra el equipo de producción? -Es un trabajo a pulmón, de gente de Totoras. La producción de los documentales está a mi cargo, la edición es de Lisandro Peruzzo y Martín Llarín; la música, de Sebastián Palma y Claudio Cachiotta; la animación es de mi hijo, Roberto Bongiovanni, y la cámara está a cargo de Darío Tauil.
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