Fernando Gabrich
Amistosos, amistosos son, pero... siempre sirven para sacar conclusiones. Si se gana, los rostros denotarán tranquilidad porque, más allá de que lo que verdaderamente importa es el contenido que arrojan los 90 minutos de juego, siempre es bueno festejar una victoria. Si el resultado es derrota la preocupación se verá reflejada en el rostro de los protagonistas, es que a nadie le gusta perder en un partido de preparación. Y cuando el final arroja un empate, la sensación es ambigua, serenidad por un lado e inquietud por otro. Y esa es la imagen que quedó archivada en el equipo de Jota Jota López ayer en Santa Fe. Central empató 1 a 1 en un tibio partido y, más allá de que no perdió y levantó una derrota sobre el final a base de esfuerzo, dejó muchas cosas para analizar.
Central jugó en Santa Fe con un esquema más conservador que el mostrado en los anteriores partidos. Las lesiones de Vitamina Sánchez, Tom Arriola y Lucas Correa obligaron al DT a formar un mediocampo más defensivo y luchador. Vespa por derecha, Daniel Quinteros, Mariano González y Erroz se plantaron en la mitad y ofrecieron sacrificio y buena voluntad. Pero faltó creación. Y esto fue contraproducente para Arias y Pizzi, que quedaron muy aislados. Primera conclusión: a un equipo acostumbrado a jugar con la magia del Equi González, se le complica hacerlo sin un enganche. Algo que López no debe dejar pasar por alto. Quizás ayer hubiera sido bueno, ya que se trataba de un amistoso, probar con De Bruno desde el inicio en esa posición.
El partido fue flojo, eso está claro. Se hacía trabajado en el medio y bastante lento. Sólo alguna proyección de Rivarola por izquierda y de Vespa por derecha levantaban un poco de emoción. Pero sólo un poco. Porque todo se trataba de buenas intenciones. ¿Unión? Tibio. Pero efectivo. La primera que tuvo a los 14 del inicio, no perdonó. Centro de Matías Donnet y cabezazo solitario de Ortiz. Segunda conclusión: Se fueron Lequi, Cuberas y Loeschbor, tres torres defensivas. Y ahora habrá que ajustar piezas para que sus ausencias no se noten. Como pasó ayer en el juego aéreo.
López acomodó piezas y Central demostró que tiene vergüenza y ganas de dar batalla. Rivarola pasó de volante y González (le costó jugar en el medio) fue de tres. Y el equipo comenzó a crecer. El Negro Quinteros a esa altura era lo mejor del partido, robando todo en el medio, y Erroz colaboraba con su entrega. Pero seguía faltando fútbol. Arias y Pizzi debían bajar demasiado y quedaban muy lejos del arco. Entonces entró De Bruno y con un poco de su categoría la historia empezó a cambiar. Tercera conclusión: A las ganas y al esfuerzo hay que acompañarlas con una cuota de creación.
Y así llegó el empate buscado. Ya no estaban ni Pizzi ni Arias y los encargados de llevar peligro eran Pierucci y Delgado. Pero Central insistía. Hasta que a los 72' Erroz dejó solo a Rivarola, y el arquero lo derribó dentro del área. Penal que Daniel Quinteros transformó en gol y estableció en resultado final. Cuarta conclusión: Con pibes o experimentados, Central dejó en claro que el arco rival es lo que siempre intentará buscar. Aunque a veces los caminos no sean los correctos.
Central dejó Santa Fe con una mezcla de tranquilidad e incertidumbre. La conclusión es que deberá aceitar el funcionamiento si quiere ser un equipo corto como propone su técnico. Fue un amistoso y hay que tomarlo como tal. La verdad comenzará a tomar vuelo cuando alguna vez empiece jugarse el postergado Apertura.
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La Ciudad
