Jerusalén.- El restaurante de comida rápida Sbarro, perteneciente a una cadena norteamericana especializada en comidas italianas, muy conocido en Jerusalén, estaba colmado cuando, a las 14 -hora de Israel- se escuchó una fortísima explosión. Uno de los turistas, Jason Canar, que estaba allí en compañía de un amigo, había salido unos instantes antes a comprar el diario y, cuando se disponía a pagar, escuchó el tremendo ruido. "Al comienzo fue un shock -cuenta este joven originario de Sudáfrica después de unos instantes de conmoción- miré en dirección al restaurante y vi una nube de humo negro y denso. Pensé enseguida en mi amigo que estaba allí esperándome y al que ahora no vería nunca más". El ángulo entre las calles Jaffa y King George, en pleno centro, es uno de los lugares en que muchos israelíes se dan cita a la hora del almuerzo. Lo frecuentan empleados, durante la pausa del mediodía, y jóvenes, pero también familias que pasean o salen de compras por las calles del centro. Ayer, Sbarro estaba superpoblado como siempre cuando llegó la muerte entre porciones de pizza y vasos de cerveza. "Mi Dios, mi Dios" dijo en voz baja Sarit Barashy, "estaba del otro lado de la calle esperando para cruzar -cuenta-, cuando vi una bola de fuego y después pedazos de metal y madera y toda clase de cosas volar por el aire. Después de algunos segundos encontré manchas de sangre por todas partes, incluso en mi vestido. Una mujer corría teniendo entre sus brazos a su hijo transformado en una máscara de sangre". Mientras la gente cuenta, entre lágrimas, su suerte, en el restaurante Sbarro prosigue la obra de los religiosos ortodoxos encargados de recuperar los restos humanos. En el local deshecho por la explosión quedó en pie sólo un banco lateral y del techo aún pendían afiches que publicitan los hot dog más populares.
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