Año CXXXIV
 Nº 49.201
Rosario,
martes  07 de
agosto de 2001
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La mirada de un experto sobre la inseguridad y sus raíces
Otto Crippa: "La delincuencia es hoy una grave enfermedad social"
Para el camarista, la sociedad actual se siente desprotegida "con mucha razón". Su diagnóstico es descarnado

Carlos Duclos

El juez de la Cámara de Apelación en lo Penal Otto Crippa García advirtió que el tema de la inseguridad se ha convertido en los últimos tiempos en uno de los aspectos más salientes en la crisis que sufre nuestro país. A las fluctuantes y complejas alternativas que presenta la realidad política y económica, se suman "los embates de una delincuencia cada vez más agresiva y la suma de hechos crueles que se registran día tras día mantiene atemorizada y en vilo a una sociedad que se siente, con razón, desprotegida", dijo el magistrado.
Durante una entrevista con La Capital, Crippa García dijo que "no debe extrañar que la población se sienta angustiada ante el crecimiento de la ola delictiva, en constante estado de alerta, y que desconfíe de la idoneidad de las fuerzas policiales y de la eficacia del sistema judicial" para resolver este tema, uno de los más trascendentes de los últimos tiempos.
-¿Puede decirse que el delito es hoy un fenómeno social?
-Sí, hay que tomar conciencia de que la delincuencia es hoy una grave enfermedad social, con connotaciones endémicas, de fiereza, y con un contexto de impunidad, por lo que urge encontrar el remedio.
-¿El Poder Judicial tiene responsabilidad en este fenómeno y puede hacer algo para mitigarlo?
-Sin querer eludir la responsabilidad que le corresponde en la paz social, debo decir como punto de partida que no es mucho lo que puede hacer el Poder Judicial. Es que si bien al hablar de delito no hay una causa única que lo provoca, pues puede hablarse del socavamiento de pautas éticas y morales antes respetadas, la negativa influencia de la drogadicción y el excesivo permisivismo de la legislación, no cabe duda de que la mayor influencia está dada por la pauperización gradual de los estratos más desposeídos de la sociedad.
-La edad de quienes cometen delitos es cada vez más baja. ¿Ello indica otra realidad social?
-Indica el fracaso del proceso de socialización del joven provocado por la declinación de las funciones normativas que debe cumplir toda familia: el de transmitir reglas y valores que permitan una adecuada convivencia en la sociedad, aunque este incumplimiento no es privativo de los grupos marginales sino una característica común de las familias modernas, que en aquellos se agudizan por sus condiciones de vulnerabilidad e incapacidad de brindar una verdadera contención. Estos grupos en una situación de grave exclusión generan familias imposibilitadas no sólo de diseñar un proyecto común, sino también de crear el ámbito adecuado para la formación del joven y el niño. Es ese entorno de conflictos, desprotección e inseguridad sumado a la imposibilidad de cubrir las más elementales necesidades el que expulsa al joven la mayoría de las veces, el que ante esa exclusión recurre a la cultura de la urgencia para sobrevivir, y para ello sin contar con las mínimas condiciones psíquicas o físicas deberá recurrir a la violencia en una sociedad que para él es una jungla que lo devora.
-¿La llamada globalización influye en el auge del delito?
-Asistimos de alguna manera, con ineficacia, a un proceso de globalización que provoca o agrava los procesos de descomposición social, fragmentando o destruyendo la red social y dejando a sus miembros abandonados a un sálvese quien pueda, forzando con ello la violencia en las relaciones.
-¿Puede hacer algo la Justicia en este contexto?
-La tarea es de la sociedad toda, pero principalmente de la clase política. Poco puede hacer el Poder Judicial, que actúa sólo cuando se produce el delito en el campo penal, estando la prevención en manos de las fuerzas de seguridad. Pero claro, ello no quiere decir que nada pueda hacer la Justicia. En primer lugar yo diría que debe dar el ejemplo, mostrando eficacia, comprometiéndose en la aplicación de la ley con respuestas adecuadas, prontas y socialmente justas. Debe además mostrar en sus componentes modelos éticos, de jueces probos que brinden garantía de que el más modesto ciudadano tendrá receptación y protección de sus derechos como el más alto de los funcionarios y poderosos, por lo que debe hacer una adecuada limpieza de quienes no tengan esas cualidades, de quienes no sean independientes.



Para Crippa la delincuencia es cada vez más agresiva.
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