Rodolfo Bella
El director Enzo Monzón estrena su película "Karla" hoy con dos funciones, a las 21 y a las 23, en el Cine Club Roberto Arlt, Güemes 2311. El trabajo es un mediometraje rodado en video digital y coproducido con la Escuela Provincial de Cine que cuenta con las actuaciones de Carolina Hall, Omar Serra, Fernando Noy, Idilia Solari, Paula García Jurado y Liborio Iculano. La película narra la historia de una mujer con Sida que contagia deliberadamente a sus ocasionales acompañantes como una forma de trágica venganza. "Quise explorar la necesidad de venganza que tiene el ser humano, sumado a la pérdida de valores, en el marco de la problemática del HIV y las formas de contagio de la enfermedad", comentó el director en diálogo con Escenario, y agregó: "Esta enfermedad te deja impotente. Esto es más grave cuando en la realidad existe gente que es capaz de usarla como una forma de asesinato". Monzón aseguró que el filme está construido con "fantasías" propias y referencias a la realidad: "La gente tiende a olvidar el tema del sida y el gobierno no implementa políticas efectivas de prevención. Mi intención fue sacudir un poco el rigor mortis de la gente, la parálisis de esas cabezas que están adormecidas con el amarillismo, los talk show y toda esa comedia barata que se vende hoy por televisión". Tal como lo hizo en su película anterior, "El castillo Meredith", Monzón puso a sus personajes en lo que definió como un "mundo bizarro". "Lo bizarro -explicó- implica la mayor exageración sobre un tema. El realizador añadió que en la noche existen esos personajes bizarros, pero aclaró que hablar de lo bizarro en el contexto de su película no está relacionado con la identidad sexual. "Los drag-queen o los travestis ya están incorporados a la sociedad y Rosario llegó a un punto donde todos -dijo-, sin distinción de preferencias sexuales, estamos cómodos en un mismo lugar. Hablar de lo bizarro desde la discriminación o los sectarismos, no me parece relevante". El objetivo de Monzón fue generar una reflexión sobre la solidaridad que requiere la enfermedad: "Quise reivindicar cualidades esenciales como la honestidad, la confianza, la responsabilidad -aseguró-, valores humanos que la posmodernidad dejó bastante devaluados. Intenté subrayar la nobleza de esos valores, destacando las carencias". En la reflexión propuesta por Monzón no están ausentes la crítica a las acciones que lleva adelante el gobierno en cuanto a la prevención. "Los valores de los que hablo son el punto de partida para todo -señaló-. Si uno profundiza, también habría que pensar en los que nos gobiernan y sus títeres, y la película está plagada de símbolos en ese sentido". La película fue rodada en tres meses en diferentes locaciones de Rosario y su protagonista, Carolina Hall, estaba embarazada en ese momento, lo cual fue incorporado al relato. El guión preveía inclusive la interpretación de una escena de violación, y Monzón aprovechó el embarazo para acentuar el perfil de maldad que define al personaje. "El embarazo no le infunde piedad a ella ni modifica los objetivos de Karla -indicó-, porque ella tiene malos sentimientos. Creo que Karlas y Carlos hay muchísimos". Monzón reconoció que productos como el suyo tardan en ser reconocidos, pero, según añadió, la resistencia del público no sería un elemento de suficiente peso como para modificar sus objetivos. "Cuando uno plantea una historia siempre hay que pensar en el espectador, pero por eso yo no modifico mis principios", enfatizó el realizador. El cineasta no se reconoce como un activo espectador del cine que producen otros directores rosarinos, pero reconoció que entre sus realizadores preferidos se encuentran Gustavo Galuppo y el autor de "El investigador de ciudades" Fernando Zago. "No me parece atractiva la cotidianidad doméstica en el cine -explicó-, porque me parece que temas como la familia, el barrio, son para la televisión. Me parece que el cine tiene que estar orientado hacia otro tipo de búsqueda y no creo en gastar celuloide para eso". Entre sus referentes consagrados internacionalmente, mencionó a realizadores independientes como John Waters ("Pink Flamingos", "Cecil B. Demented"), Gus van Sant ("Todo por un sueño"), Jim Jarmuch ("Noche en la tierra", "Extraños en el Paraíso"). Entre los argentinos apuntó a Alejandro Doria ("Darse cuenta") y Jorge Polaco ("Diapasón", "La dama regresa"). Una mención especial merecieron Adrián Caetano y Bruno Stagnaro, los autores de "Pizza, barro, faso". "Consiguieron una estética propia -opinó Monzón-. Me gusta la gente que tiene una marca, que demuestra un estilo y se mantiene firme en eso". En su lista de "influencias" incluyó a Pedro Almodóvar, a quien definió como un cineasta capaz de narrar situaciones cotidianas y dramáticas, pero con un cierta ligereza que aporta una importante cuota de humor. "En el cine argentino está siempre presente el llanto, como un dolor de ser argentino", concluyó el director.
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