Corinne Heller
Jerusalén.- Ilana Mizrahi estaba parada bajo un calcinante sol en una concurrida vereda de Jerusalén, mientras esperaba nerviosa el autobús. Para esta mujer israelí de 45 años, protegerse bajo un resguardado refugio de autobús, no era una opción. "Mira a aquel hombre allí", señalando a un joven con gafas de sol y una mochila a la espalda. "Me parece sospechoso. ¿Debo ponerme junto a él? ¿Cómo sé que no lleva una bomba en su mochila?". En la última semana, la policía de Jerusalén ha desplegado sus fuerzas en respuesta a datos de inteligencia que aseguran que los militantes palestinos están planeando colocar bombas. El jefe de policía de Jerusalén, Mickey Levy, dice que sus hombres están trabajando el doble y están exhaustos. Sólo el martes, los operadores policiales recibieron 450 llamadas de ciudadanos que dijeron haber visto objetos sospechosos. Desde el domingo, han explotado tres pequeñas bombas en varias partes de Jerusalén, sin causar bajas. Ahora, los israelíes esperan una gran bomba en la ciudad. "Intento no salir mucho con los niños o ir a lugares públicos donde hay mucha gente", dice Avi Edri, de 27 años. "Sí, tengo miedo. Hay bombas por todas partes, cada segundo. Puede ocurrir en cualquier sitio", afirma. Los temores salieron el lunes a la superficie al estallar los neumáticos de dos autobuses israelíes, lo que provocó carreras por las calles de los asustados transeúntes. Las sirenas sonaron, los equipos de emergencia corrieron al lugar, en lo que finalmente resultó ser una falsa alarma. El ataque israelí con misiles que mató el martes a ocho palestinos en Cisjordania, incluidos dos niños, levantó inmediatos gritos de venganza e incrementó las tensiones en Israel. Las autoridades israelíes dijeron que uno de los objetivos del ataque, contra una oficina de perteneciente a un funcionario de alto rango del grupo militante islámico Hamas, era abortar posibles bombas en Jerusalén. Simcha Cohen, de 23 años, llegó a Jerusalén hace dos días en autobús para asistir a la universidad e inmediatamente se hizo una idea del día a día en la ciudad santa. La joven expresó que su autobús pasó junto a un supermercado segundos después que explotaran varias bombas metidas en latas de cerveza. Nadie resultó herido. Cohen resumió todo como "una experiencia". "Sigo preguntándome: «¿Qué hubiera pasado si...?»" añadió. "Pero no ocurrió, así que sigues adelante. De pronto lo ves en las noticias y pensás «vaya, yo estuve allí». Es un poco triste porque se convierte en rutina".
| |