Isidoro Gilbert
Sin duda alguna, el arribo del subsecretario del Tesoro, John Taylor, debe leerse como una buena señal para el programa de déficit cero que promoverá con ahínco, aunque sin seguridades de éxito, el gobierno nacional. Sin embargo, en la caída del riesgo país que se verificó en la víspera tuvo mayor incidencia el hecho que se haya paralizado el alquiler de bonos, y las consideraciones técnicas sobre su manejo. Por lo demás, lo saben las personas informadas, la visita no fue producto de la charla telefónica en Foz de Iguazú entre Fernando de la Rúa y George Bush, sino que estuvo decidido de antemano por la presión de las grandes multinacionales con intereses en Argentina, que observan con alarma el curso de los acontecimientos. Fue el martes, después de una conversación telefónica entre Domingo Cavallo y el número uno del Tesoro, O'Neill. Una comunicación que fue frustrante para el ministro de Economía argentino: "No es necesario que viajes", le dijeron como respuesta a un pedido para volar él a Washington. Por entonces, ya tenían decidido que Taylor bajara a Buenos Aires, sin portar una ambulancia a cuestas, o como decían ayer en Wall Street, sin "el equipo SWAP" (de rescate de siniestros o "sin libreta de cheques"). Los analistas creen que de, todas maneras, la visita de Taylor permitiría mantener la tensa calma de los mercados que se verificó en la víspera. Al menos hasta mañana, cuando lo despedirá el canciller Adalberto Rodríguez Giavarini, que ayer se fue con su esposa a Punta del Este "a recobrar aliento antes de su periplo por Australia, desde el domingo". Aunque toda la historia real de este trámite ha sido contada de mil maneras, no hay duda que el respaldo del habitante de la Casa Blanca es importante, pero no es el que decide los acontecimientos. Taylor no prometerá nada trascendente. Es altamente probable que anticipe el desembolso de la cuota del FMI para este trimestre, porque en ese aspecto economía ha cumplido con lo pactado. Una cosa es hablar de morir y otra es morirse, decían anoche operadores de fuste. Dicho de otro modo: una cosa es prometer déficit cero, y otra poder cumplirlo. Pero de las duras palabras de O' Neill hace dos semanas cuando descartó a la Argentina como país influyente, al vuelo de su segundo, hay un cambio de actitud que debe tenerse en cuenta.
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