Patricia Rodón
Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) ganó recientemente la XII edición del Premio Rómulo Gallegos, considerado uno de los grandes galardones de la literatura en lengua española, por decisión unánime de los miembros del jurado, cuyo presidente fue el escritor y político nicaragüense Sergio Ramírez. "El viaje vertical" (Anagrama), novela por la fue premiado el escritor catalán, está emparentada con la novela que concibe el viaje como una explosión de interioridad, que asume la extrañeza de nuevos sitios y paisajes como reflejo de una fuga hacia la muerte o la locura. La novela es una peregrinación hacia una identidad alterna y describe, mediante una inteligente narración, la manera en que la identidad se borra ante el dolor y la desgracia. Vila-Matas tiene una amplia obra narrativa y sus libros han sido traducidos a once idiomas. Entre los más conocidos están "La asesina ilustrada" (1977), "Impostura" (1984), "Historia abreviada de la literatura portátil" (1985), "Una casa para siempre" (1988), "Suicidios ejemplares" (1991), "Lejos de Veracruz" (1995) y "Bartleby y compañía" (2000). Además de novelas, Vila-Matas tiene varias colecciones de artículos y ensayos literarios como "El viajero más lento" (1992), "El traje de los domingos" (1995) y "Para acabar con los números redondos" (1997). El escritor se mostró halagado por el galardón, aunque dijo: "No escribo por las condecoraciones sino por necesidad física" y citó una máxima francesa, según la cual "rechazar elogios muestra el deseo de ser elogiado dos veces", antes de asegurar: "Acepto de buen grado el premio, aunque no entiendo la literatura como una competición de 100 metros libres con un vencedor indiscutible". -Dos de sus obras más conocidas, "Historia de la literatura portátil" y "Bartleby y compañía", parten de Lawrence Sterne y Herman Melville, ¿por qué vuelve sobre autores de otros siglos? -No lo sé. En principio "La historia abreviada de la literatura portátil" está escrita hace quince años, es una historia más juvenil. Los Shandys son menos radicales que los Bartlebys si quieres. Yo los sitúo en un tándem, donde los Shandys van alegremente andando en bicicleta y detrás corre un Bartleby atraído por el encantamiento de la nada. Eso corresponde al tiempo que ha pasado entre los dos libros. Y a un cambio en la visión del mundo. He entrado mucho más a cierto realismo en lo que hago que no está en "La historia abreviada..." que es una ficción más radical. En "Bartleby y compañía" entro mucho más en la realidad. Es un libro complejo en el que introduzco varios géneros; es un texto híbrido, a la manera de algunos libros que me gustan mucho como "Microcosmos" de Claudio Magris, o "Los anillos de Saturno" de Sebald, donde se incorporan las experiencias vividas, las lecturas, lo autobiográfico, el ensayo y una ficción mínima que no ocupa más que una parte de la trama. Este es el caso Bartleby... También es un epistolar, hay notas a pie de página y es diario. Hay mucha libertad en la creación del libro, porque para cada Bartleby utilizaba el género que me parecía más adecuado para lo que quería tratar. De ahí que para Salinger utilicé el relato corto. Para Valéry o Maurice Blanchot, por ejemplo, uso lo ensayístico. He dejado un poco atrás la novela tradicional, tampoco es que estuviera muy anclado en ella, y he entrado en un género híbrido, en el que no hay fronteras entre los géneros. -La mezcla de géneros se considera un tendencia posmoderna. ¿Se siente un escritor posmoderno? -Hay que entender que Bartleby y compañía es una reacción ante la nueva narrativa española de los años 80, en la que se impone únicamente la idea de que hay que contar historias, que lo importante es regresar a la trama y nada más. Como reacción también al experimentalismo de los años 60 y 70 españoles. Siempre he sido partidario de no rechazar, como se ha hecho con virulencia en España, el experimentalismo ni el contar historias. Hay una serie de autores que sólo defienden la idea de que hay que contar historias, como Arturo Pérez-Reverte o Antonio Muñoz Molina. Yo incorporo la reflexión sobre el hecho de escribir. Abandono la impostura y me pregunto por qué alguien decide que escribe, quién es él para escribir y quiénes los otros para leerlo. -¿De dónde parte la literatura? -La literatura parte de un malentendido inicial, de alguien que no entendió a la primera persona que habló. De ahí el dicho de Kafka: "Hay algún malentendido y este malentendido será nuestra ruina". Creer que la literatura es sólida y real es una falacia en el sentido de que parte de la nada. Cuando uno inicia una novela la primera frase es tan importante porque uno tiene todas las palabras del mundo para escoger. Por eso la literatura surge del vacío, del grado cero de la escritura. -En "El viaje vertical" hay cantidad de imágenes líricas. -Son momentos oportunos pero todo el rato sería insoportable. Eso les pasa a muchos poetas cuando escriben novela, se dejan arrastrar por la lírica. Si hay algún momento afortunado de poesía en "El viaje vertical" nunca se me ocurriría ponerlo en un libro como poesía. -"El viaje vertical" es una novela de iniciación pero de un señor maduro, de viaje pero un viaje interior. El personaje es distinto, el escenario es distinto. -Es un viaje de iniciación al revés y es un viaje al fondo del mar. El único problema que tuve es la última página porque yo sabía de antemano que iba a viajar a la Atlántida, y como la novela sin ser realista mantiene las constantes de verosimilitud, era extraño contar eso. Entonces descubrí que técnicamente Mayol, el personaje, podía desaparecer, regresar y volver a desaparecer y permitir que el otro, el narrador, quien se inicia en la novela gracias a Mayol, tuviera la oportunidad de inventar, de aprender a escribir ficción en la última página. Que es la única página que no es verosímil del todo.
| |