Luzia Postes admitió anteayer la simulación del secuestro. Primero dijo que había entregado al bebé a una mujer de nombre Elza, amiga de la dueña de la pensión donde había estado escondida. Pero luego contó que lo había dejado en la iglesia, lo que permitió que el pequeño fuera localizado. En calma, le dijo al diario Folha de Sao Paulo que la había fortalecido el apoyo de su comunidad misionera. "Escondí esta historia de todo el mundo. Nadie sabía. Pero ahora voy a asumir a mi hijo. De momento no pienso si voy a seguir siendo religiosa. Sólo desarrollar mi papel de madre".
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