Mientras se pone en marcha la alternativa sur, el gobierno santafesino aspira a descomprimir la situación bombeando agua a través de la variante norte, una canalización de cien kilómetros que drena hacia la laguna El Chañar y de allí al río Salado, en territorio bonaerense, pero que aún no pudo ser habilitado por orden de la Justicia. Ahora, el objetivo de máxima es que la provincia de Buenos Aires acceda a recibir cinco metros cúbicos de agua por segundo, cuando el cauce del río Salado lo permita. Según Fratti, las condiciones están dadas porque el caudal del río Salado bajó un 50 por ciento, pero los representantes de Buenos Aires quieren evaluar esa propuesta y el viernes recorrerán la zona, aunque ya adelantaron que no están dispuestos a recibir el agua, a pesar de ser uno de los territorios que aporta masa líquida a la extensa cuenca de La Picasa que involucra a tres provincias y 550 mil hectáreas. La Picasa es hoy un espejo de agua de 80 mil hectáreas, y una cota de 104,7 sobre el nivel del mar que destruyó unidades productivas, fundió a cientos de productores y expulsó a miles de peones de sus fuentes de trabajo. En el mejor de los casos, a su vera, algunos optaron por comercializar pejerreyes, mientras otros añoran con bronca los buenos viejos tiempos de vacas y soja.
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