Rodolfo Montes
La historia cuenta que en un multitudinario congreso del MAS, a fines de los ochenta, Luis Zamora creyó que por fin la izquierda argentina empezaba a superar un trauma con medio siglo de existencia, y gritó: "El pueblo ya no da más la vida por Perón". Los disciplinados congresistas del MAS se salieron del libreto y le contestaron en forma de cantito, casi en chiste: "¡Y ahora, y ahora, la vida por Zamora!". La anécdota habla del anhelo recurrente y nunca conseguido de la izquierda marxista criolla desde el 45 hasta la caída del muro de Berlín: disputarle los trabajadores al peronismo. Con la caída de la URSS y el reflujo capitalista global, el MAS y sus socios del PC naufragaron para siempre en la historia de un siglo que les reserva un merecido capítulo. Restos y fragmentos de aquellos comunistas hoy administran bancos con eficiencia. Los trotskistas se dispersan. Ya nadie intenta convencer a obreros peronistas. Zamora camina por Buenos Aires y recibe el saludo de la gente, quienes quizás lo recuerden cuando, ignorando el protocolo, increpó a viva voz a George Bush desde su banca del Congreso. En el bar La Academia, de Callao casi Corrientes, desplegó con La Capital su pasión intacta por la política, aunque ahora desde posiciones distintas. "Rebeldía sin planos, sin arquitectos", define la actitud de su nuevo grupo político, Autodeterminación y Libertad, con el que se presentará en las próximas elecciones en el distrito Capital. "La izquierda siempre dice que hay salida, que tiene los planos y los arquitectos para construir la revolución. En Autodeterminación y Libertad pensamos distinto", dispara el único diputado nacional trotskista que tuvo la Argentina. -¿Siempre le faltaron los albañiles para empezar la obra? -Exactamente. Creíamos que los trabajadores se iban a dar cuenta de que la posta la teníamos nosotros, y ahí resolvíamos todos los males. -¿Le cuesta hacer política sin bajar línea? -Si bien no tenemos arquitectos ni planos ni albañiles, lo que tengo claro es que la casa que tenemos que habitar la mayoría de los argentinos está ruinosa. -¿Cómo ve al país? -Es bueno preguntarse si Argentina existe. La población está en un estado de angustia muy acentuado; sobrevivir es nuestro país es muy crítico, sobre todo para ese 30% de la población que no tiene trabajo y no lo va a tener por mucho tiempo. -¿Qué opina sobre la detención de Alfredo Astiz? -Estamos perdiendo la identidad, el pedido de extradición de Astiz es un ejemplo. Como el país no juzga a los argentinos que han cometido delitos en argentina, entonces tiene que intervenir un tribunal italiano para juzgarlos. Además, con el agravante de que Astiz es miembro de una institución como la Armada, que cometió sus crímenes cuando formaba parte del Estado. Y encima, muchos dicen que hay que extraditarlo. Los tratados internacionales dicen: se lo debe juzgar o se lo debe extraditar, lo que no se puede hacer es ninguna de las dos cosas. -¿Cuál es su pronóstico? -Astiz no va a ser extraditado porque Argentina no puede decir: "No puedo juzgar a Astiz", y pasarlo a un juez extranjero. -¿Qué significa que Carlos Menem esté preso? -Menem está preso porque hay una presión social muy grande que le impide a De la Rúa garantizarle la libertad, que es lo que él hubiera querido. Pero no hay condiciones políticas para seguir protegiendo a Menem. A los que se preguntan cómo el juez Urso juzga a Menem hay que decirles que tuvo la causa durante seis años y recién ahora avanzó, también acorralado por las circunstancias políticas y no por su vocación de hacer justicia. -¿Menem está aislado? -El análisis es claro: no hay en la Argentina de hoy ningún sector político representativo que pida la libertad de Menem, son sólo grupos marginales. Hay una parte de la sociedad que considera justo que esté preso y una mayoría que se declara algo indiferente. Por estas razones políticas Menem está preso, además de estar plenamente justificado por la causa judicial. Menem preso no es un gran triunfo político contra la impunidad. En otras circunstancias podría haber tenido otro valor y despertado otras expectativas. -¿Cuáles son las claves políticas de Autodeterminación y Libertad, en contraste con la lógica de los grupos de izquierda de donde proviene? -Tal vez tengamos algunos postulados que también son parte del discurso de la izquierda tradicional, pero en verdad pretendemos desarrollarnos como un grupo político muy distinto a los viejos partidos marxistas. En principio decimos que el capitalismo está destruyendo a quienes habitamos el mundo y está destruyendo el planeta, su suelo, sus recursos naturales. También rescatamos banderas del internacionalismo, que están cobrando nuevas fuerza con movimientos como los de Seattle, y toda la coordinación contra los más poderosos que es un nuevo fenómeno de lucha antisistema global. -"Trabajadores del mundo, uníos", una frase que había quedado demodé... -Se había ido perdiendo desde los anarquistas de principios del siglo. -Los movimientos actuales son globales pero no tienen identidad de clase. -Sí, son distintos. Pero tienen banderas muy interesantes, como que la resistencia sea tan global como el capital. También el zapatismo es parte de esta nueva realidad. -¿Qué revisó y de qué reniega de su etapa en el MAS? -Los que dirigimos partidos de izquierda somos responsables por haber construido organizaciones muy cerradas, sectarias, verticalistas, jerárquicas, con tendencia al microclima. -¿Alguna otra virtud? -(Risas). Le diría también poco democráticas. Y esto es una paradoja, porque si usted está contra el capitalismo, que impulsa dictaduras abiertas o encubiertas, no puede subestimar la democracia, empezando por la democracia interna del partido que conforma. En Autodeterminación y Libertad discutimos todo horizontalmente. Ya no tenemos nuestro libro sagrado, nuestra Biblia. Abandonamos la típica postura del profesor, la del cuadro del MAS o del PC, que le explicaba al pueblo más o menos ignorante cómo era el futuro socialista que inexorablemente ocurriría. No hay ninguna certeza en el futuro.
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