José Luis Cavazza
En el último cuarto de siglo el talento de Egberto Gismonti trajo un aliento nuevo a la música popular. Su sonido remite a un folclore brasileño bellamente salpicado de toques clásicos, insinuaciones de jazz y pasajes sin nombres. Cargado de recursos tan primitivos como sofisticados, el compositor, guitarrista y pianista nacido hace 54 años en el estado de Río de Janeiro se convirtió en un músico de difícil clasificación, con un universo musical sin fronteras a pesar de clavar siempre raíz y fondo en su tierra natal. Acompañado por su hijo Alexandre en guitarra y Zeca Assumpçao en bajo, Gismonti cerrará esta noche, a las 21, en el auditorio del Parque España, el V Festival de Jazz Rosario. Gismonti editó tantos discos como años tiene. "Infancia", "Folk Song" (junto a Jan Garbarek y Charlie Haden) y "Música de sobrevivencia" son algunos títulos de la extensa lista. Luego de su primer viaje a París, donde estudió con la pianista Nadia Boulanger, su vida se convirtió en un permanente viaje de ida y vuelta entre Europa y Brasil. Y, sobre todo, Gismonti es un tipo muy curioso: sondeó profundamente en la cultura residente de Choros, la escuela de samba y pasó algún tiempo con los indios xingú en el Amazonas, todo el tiempo modelando su voz distintiva como guitarrista. -Generalmente, los musicólogos tienen problemas para definir tu música, ¿qué definición darías vos? -Como no existen parámetros comparativos ni tampoco muchos músicos que transitan dentro de este espectro musical que va de la música primitiva pasando por la electrónica hasta el lenguaje sinfónica, y al tocar dos instrumentos al principio completamente diferentes, tengo la impresión de que concuerdo con los musicólogos en que una definición reconocible es un poco difícil de hallar. Cuando llego a Europa, los europeos llaman jazz a todos los músicos que hacen alguna cosa que ellos no saben lo que es. Cuando llego a Inglaterra, ellos tienen por hábito llamar world music a todo lo que ellos no saben lo que es. Lo mismo pasa en Estados Unidos. Entonces, por conveniencia, en algunos países lo que yo hago es world music, en otros, música culta, y así en cada lugar clasifican de una manera especial. Lo que significa poca cosa; esas clasificaciones, a mi entender, no aumentan ni disminuyen las cualidades de la música realizada. -La misma pregunta en todos los países que llegás... -Los personas que hacen cosas que no caben dentro de ningún paquete oímos esta pregunta muchas veces por año. Digamos que hace 10 años la oía un poco menos y 20 años atrás menos todavía, pero la pregunta continúa sin respuesta porque acepto cualquier clasificación considerando que ninguna de esas clasificaciones establecidas pueden representar a mi trabajo. En realidad, esas definiciones no cambian nada. -Si es que hay una filosofía en tu música, ¿cómo se manifiesta? -(Piensa en silencio, suspira) Tendríamos que combinar cosas diferentes. El hecho de ser hijo de madre italiana, de un padre árabe, que llegan a Brasil desde Europa después de la Segunda Guerra Mundial, y que se encuentran en una pequeña ciudad del interior del Estado de Río de Janeiro. Todo hizo que yo tuviese una vida fundamentada en la libertad y en la creencia de que el hombre es aquello que hace y que al que no debe distraerse con nada más que con lo que hace. Ese es el principio con el que fui educado. Además de la educación recibida por mi madre, fui a estudiar música en un conservatorio. Por otro lado, y por cuenta de mi padre árabe, tuve que estudiar desde los seis años, otra lengua, además de portugués. Cosa que me gustó mucho. Esto es, cuando tenía seis años me colocaron en una escuela normal, en una de música y en otra de francés. Después cuando tenía diez o doce años, y debido a las ideas de mi padre, asistí, junto a mis hermanos, a una escuela de contabilidad, porque él creía, con razón, que para tener libertad hay que tener opciones. El creía que sus hijos cuando fueran grandes pudieran decidir si querían ser músicos, contadores o hablar otras lenguas. Paralelamente, la familia siempre nos dio mucha información sobre música, literatura y otras cosas. Estoy tratando resumir, porque como me preguntaste acerca de la filosofía de mi música, tengo que hablar un poco de mi vida, porque la práctica de mi vida es el ejercicio de aquello que yo obtuve como información filosófica y de comportamiento. Después la música me llevó a vivir en muchos lugares del mundo, fui conociendo más y más personas, y acabé tornándome un músico al que le gustan cosas muy variadas. Tuve oportunidad de convivir durante un tiempo en la Floresta Amazónica con los indios, después estuve con los aborígenes en Australia, luego fui al interior de la India para conocer algunas cosas sobre las que había leído. Quiero llegar a esto: el hecho de haber nacido en el lugar que nací, por haber tenido los padres y la educación que tuve, más adelante con los amigos que tuve, después con la carrera que estoy desarrollando, hacen que yo tenga solamente un objetivo: hacer aquello que debo hacer. Ese es el sinónimo de libertad que aprendí después de los 50 años de edad. -Por ejemplo, "Sol de mediodía" fue el resultado de tu convivencia con los aborígenes del Amazonas. -Fue el primer contacto que tuve con esos aborígenes y en verdad el disco fue un agradecimiento al mentor espiritual de la tribu xingú, que más tarde se convirtió en un gran amigo. Fue una forma de agradecer todo lo que él me había dado. La influencia que tuve de los indios no fue musical sino humana, sobre todo cosas relacionadas a la solidaridad, respeto y afecto. -¿Cuál de tus discos está más cerca de tu corazón? -(Piensa) Existe un disco que hice desprovisto de todo menos de la alegría cuando la vida me dio mi primer hijo. Es un disco que se llama "En familia" que fue hecho hace 20 años, que es la edad de mi hijo mayor, Alexandre. Fue una sensación avasalladora. Es un disco que no tiene tanto trabajo musical como tienen los otros, pero fue hecho en la emoción de haber recibido el primer hijo. -Ese también es el nombre del espectáculo que estás presentando en esta gira... -Es una lástima, porque me acompañaba mi hija en este espectáculo, pero ella tiene compromisos con la universidad de Río de Janeiro donde estudia música y no pudo venir. Fue algo inesperado. Pero no por eso la música que hacemos puede dejar de ser llamada "En familia", ya que estoy con mi otro hijo y Zeca Assumpçao que hace 20 años que toca conmigo y conoce a mi hijo desde el día que nació. -La música popular brasileña ¿perdió popularidad y difusión en los medios de comunicación en el propio Brasil frente a otras formas musicales? -Puede ser sólo una tesis, porque lo que yo llamo música popular puede no ser lo que tú llamás música popular. Pero suponiendo que sé a lo que te refieres, podría decir que aquello que fue música popular brasileña sobre el final de los años 60 y principio de los 70, ya no es la misma desde aquella época, que era bossa nova. Enseguida, vino el tropicalismo. Después vinieron otras cosas y si tú me preguntas ahora cuál es la música popular comercialmente hablando, no sé. Porque los cambios se hacen cada seis meses. Voy a responderte de otra forma. Músicos como Gilberto Gil, Caetano (Veloso), Milton (Nascimento), Djavan, algunos de la bossa nova y otros instrumentales como yo o Pascoal, seguimos haciendo y seguimos grabando sin parar. El cambio del título no interfiere en nuestro trabajo; lo que acontece es que en Brasil existe un movimiento de música que originalmente fue llamada de "sertaneja", que hoy tiene un público inmenso, mucho mayor de lo que tenía la música popular brasileña en los años 70. En esa época, cuando nos referíamos a que la música de Gilberto Gil era muy comercial, estábamos hablando de 100 mil discos. Al mismo tiempo, ya en ese tiempo había músicos como Roberto Carlos que vendía un millón de discos. -El mercado de discos tiene sus propias reglas, a veces difíciles de entender... -Sí, pero el mercado brasileño de discos es muy loco. Yo ya hice discos como "Trenzinho do caipira" con música de (Heitor) Vila-Lobos que vendió 170 mil copias. Eso es una cosa inmensa en estos días, pero 15 años atrás no era tan inmensa. Esa cosa de la música comercial es muy complicada, porque en un país que tiene tantas músicas y vertientes diferentes, yo aprendí como brasileño que puedo hacer comentarios sobre calidad de movimientos musicales pasados 10 o 20 años. Porque la historia que ya viví en los últimos 30 años probó que muchas cosas que aparecieron hace mucho tiempo y que parecían no tener calidad, demostraron que las tenía, y otras que parecían tener calidad, desaparecieron. Brasil es demasiado mutable y vivo, tiene necesidad de cambios todo el tiempo. Por lo cual es más razonable hablar de cosas que ya pasaron. -A propósito del pasado, hay un disco, "Agua y vino", que no reeditaste, ¿por qué? -No lo reedité por ahora. En verdad, algunos años atrás tuve oportunidad de hacerlo, pero aún puedo editarlo a través de un sello que yo tengo que se llama Carmo. En ese sello yo le he dado preferencia a músicos que no tienen oportunidad de llegar a las grabadoras. Entonces, "Agua y vino" como otros cinco o seis discos que me gustan mucho no pudieron ser aún lanzados. -En ese disco vos cantás y siempre decís que no te gusta oírte cantar... -No, el disco me gusta en serio. No solamente en "Agua y vino" sino en el disco que antecedió tiene temas cantados, pero fue en el inicio de mi trabajo profesional. Es cierto, después descubrí que puedo hacer cosas bien hechas y otras mal. Cantar por ejemplo lo hago mal. Yo sé cantar como cualquier persona pero no soy cantor. También me di cuenta que tenía que parar de cantar, sino mi música no iba a progresar. -Tus hijos también son músicos, ¿cuál fue tu influencia en esa decisión? -La mejor influencia aconteció por dos razones. La primera tiene que ver con la separación hace siete años de mi mujer, la madre de mis hijos. Eso no es razón para formarlos en música, pero después de la separación ellos decidieron vivir conmigo y no con la madre. Ese es el primer dato: ellos quedaron del lado de la música. Y segundo, por el hecho de que ellos tienen un don musical muy grande, poco a poco se fueron infiltrando dentro de los ensayos, de los estudios de grabación y fueron tomándole el gusto muy grande por la música. En fin, ellos tuvieron la libertad para decidir dónde querían vivir y qué hacer de sus vidas. -¿Sos de los que creen que la obra del músico revela su actitud frente a la vida? -Creo que no. No necesariamenteme representa al compositor, que está compuesto por cosas buenas, malas, contradicciones y secretos. ¿Cómo es que la música de Joao Gilberto puede representar la personalidad o la persona de Joao Gilberto? El tiene 70 años e hizo tres discos. Creo que sus discos no representa su personalidad: él despierta como todas las personas, desayuna, se baña, va al baño, almuerza, habla por teléfono... La vida es mucho más que ese acto creativo. La vida siempre es más rica y estimulante. -Entonces tengo preguntarte qué sos vos aparte de un gran músico que produjo más de 50 discos... -Siempre tengo una necesidad de nuevos cuestionamientos en mi vida, y no quiero que eso se confunda con la idea de que yo soy un investigador. Sólo soy un hombre curioso, y eso me me hace muy feliz. Otra de las certezas que tengo es que con la mayor parte de los discos o las canciones que hice durante todos estos años a la gente ya le di una respuesta. Y no estoy hablando de Egberto, estoy hablando de la música que hace Egberto. Y estoy mirando a la distancia, porque la música que hago es mucho mejor que yo como persona. Porque allí solamente está lo mejor de todo lo que puedo hacer. Entonces, me deja muy feliz saber que soy el transmisor de una música que alegra a muchas personas por el mundo. Y sobre todo, para cerrar la descripción de mi personalidad, como la vida ha sido muy benevolente soy una persona muy feliz. Listo.
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