Dicen que el tiempo cura las heridas, aunque Marcelo Oyarzún aún parece estar en la etapa curativa de las mismas. Aquella intempestiva pelea mediática que mantuvo con Andrés Rebottaro y que a las pocas horas de generada finalizó con la renuncia del preparador físico es algo que después de casi seis meses aún trata de desechar para siempre de su memoria. El volver a hablar de esa para él triste situación no le agrada demasiado, pero afronta la situación a regañadientes y con medidas palabras recordó ese momento. "Entré a Newell's por la puerta grande y salí por esa misma puerta", dice en diálogo con Ovacion recostado en el sillón del hall del coqueto Hotel Príncipe de Asturias, donde en todo momento se cuidó de sus dichos e intentó mencionar lo menos posible al coordinador de las inferiores rojinegras. -¿Extrañas a Newell's? -Los tres años que trabajé en la institución dejaron una huella imborrable en lo humano. Hice muchos amigos. Se extraña el cambio y a pesar de que Argentina pasa por una situación difícil en lo económico es un país donde se vive muy bien. Rosario es una ciudad tranquila, con un ritmo diferente a Santiago. Pero estoy contento también porque después de cinco años de ausencia en Chile era importante volver para que mis hijos pudieran estar con el resto de la familia. Que se reencuentren con su idiosincrasia. -Tu salida del club del Parque fue rápida y sorpresiva, ¿el motivo real fue sólo por la discusión pública que tuviste con Rebottaro? -Absolutamente. Creo que la mayor virtud que tiene el hombre es poder darse cuenta de cuándo debe hacer las cosas. Y después de tener algunos roces con el sistema, entre los que incluyo a este medio, siempre se basó en una relación de respeto. Un profesional, en cualquier área, proyecta su trabajo y hay gente que lo interpreta como bueno o malo. Cuando el mismo es serio y da sus frutos, al margen de las formas, eso debe ser reconocido. Pero cuando los roces van más allá de eso y hay mala intención se debe evaluar los pro y contra. Yo pensé que no era propicio que el interventor de divisiones inferiores tuviera problemas con el preparador físico del primer equipo, porque eso iba a generar que Newell's perdiera en ese conflicto. Como tenía la posibilidad de proyectar mi carrera fuera del club y tengo una solvencia económica adquirida durante más de quince años de carrera, podía renunciar sin problemas y dejar amigos en la entidad. -¿Eras vos o Rebottaro? -Obviamente. Yo creía no tener problemas con ese señor, pero como manifestó lo contrario... Tengo dos maneras de solucionar los problemas, como hombre y como profesional. Pero como no me dio ninguna de las dos opciones era mejor salir antes de que la institución perdiera por un conflicto interno. Si yo presionaba el que iba a perder iba a ser el club, por eso decidí irme. Estoy convencido que ingresé a Newell's por una puerta muy grande y salí por esa misma. La etapa de Rebottaro fue la gota que rebalsó el vaso. -Vos integraste varios cuerpos técnicos y lo que llamaba la atención era que cuando renunciaban, Oyarzún se quedaba. -Lo que sucede es que se llevaba a cabo un proyecto que no se inventó en Newell's. Por ejemplo, Gabriel Macaya (preparador físico) estuvo seis años en Vélez a pesar de que pasaron técnicos prestigiosos como Bielsa. Yo creo que un entrenador, especialmente un hombre con los huevos bien puestos, cuando acepta las condiciones para entrar a un club no puede tener quejas, porque sabe cuáles son las condiciones: aceptar o no. Es feo aceptar y luego criticar las formas en que se hacía. Entiendo que en Ñuls, a pesar de que no era la única institución donde se hacía esto, se rompe en alguna medida el código del fútbol, que es que los integrantes de un cuerpo técnico entran y salen juntos. Pero yo estaba embarcado en un proyecto institucional y yo era un empleado. Y es obvio que lo más importante son los códigos de vida. Había que llevar a cabo un objetivo, que creo que se ha cumplido. Lo único que le falta al querido Newell's es estar a un nivel altamente competitivo para proyectarlo a lo internacional. -Más allá de que estuviste con varios técnicos, ¿cuando Rebottaro asumió y llevó a un preparador físico te afectó en algo? -No. Con (Juan Carlos) Litterio tuve una buena relación pero nunca incidió en el trabajo. Jamás estuvo a cargo de una práctica. El aceptó las condiciones, yo jamás dejé de ser el preparador físico número uno y el que planificaba todo y ejecutaba. No me molestaba tener un ayudante. -¿En ese momento Rebottaro mantenía un buen diálogo con vos?
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