Colombo.- Los singaleses son la mayor etnia de Sri Lanka, el ex Ceylán. Son 11 millones de los 18 que tiene Sri Lanka, o el 74 % de la población. Ellos se distinguen por su lenguaje; el singalés es una lengua perteneciente al grupo indo-europeo que incluye el hindi y otros lenguajes de la parte norte de India. Durante los últimos dos mil años, los singaleses absorbieron una amplia variedad de castas o grupos tribales. La religión budista ha reforzado esa solidaridad. En 1.998 una encuesta reflejó que el 93% de los singaleses eran budistas y que, un 99.5 % de los budistas en el país hablan el singalí. En cuanto a los tamiles, son aproximadamente 2,7 millones de personas, el 18% de la población, con un lenguaje muy autóctono de la India peninsular. Lingüistas dicen que el idioma se hablaba en algunas partes del sudeste asiático, antes de la llegada del indo-europeo, en fecha anterior al 1.500 antes de Cristo. Se dice que la literatura tamil ha logrado sobrevivir 2.500 años en la parte sur de India.
El tamil como lenguaje es hablado actualmente por mas de 40 millones de personas en el Estado indio de Tamil Nadu y por otros millones en los lugares fronterizos del sur de India y de quienes están distribuidos por el mundo.
Quienes hablan el tamil en Sri Lanka se dividen en dos grupos, con diferentes orígenes: los que son originarios de Sri Lanka y los que vinieron de India. Aquellos que vinieron de India fueron traídos por los ingleses para trabajar en las plantaciones de té (mundialmente famoso) y vivían separados de los otros grupos.
Por tanto no están integrados y para los singaleses continúan siendo "inmigrantes". Los tamiles son hinduístas, mientras que los singaleses son budistas. Hay un porcentaje menor de tamiles que fueron convertidos al cristianismo. Los tamiles de origen indio viven en las montañas y forman parte de una minoría de mano de obra calificada. Conforman el 95 % de la población peninsular de Jaffna, donde está ubicado su cuartel general.
Los habitantes de Sri Lanka esperaban desde hace meses una buena noticia: que los rebeldes tamiles y el gobierno finalmente se sentaran a la misma mesa y encontraran una solución a la guerra en el país que se prolonga desde hace 18 años y que ha costado miles de vidas y mermado considerablemente las arcas estatales. "Ya es hora de que llegue la paz", señaló a principios de año el responsable de Turismo, Renton de Alwis.
Un jefe militar temible
Sin embargo, lo que ocurrió ayer fue una terrible noticia: el primer ataque de los Tigres de Liberación de Tamil Eelam (LTTE) sobre la capital Colombo en ocho meses, una ofensiva que puso también en peligro a turistas y que podría desatar en todo el mundo el temor a viajar a Sri Lanka, un paraíso turístico.
Al mismo tiempo, la mortal agresión hizo desvanecerse cualquier esperanza de reasumir pronto las negociaciones de paz y puso de manifiesto la desesperante división entre el gobierno y la oposición, pese a que para poner fin al conflicto es necesaria la cooperación entre ambos.
Con el ataque de ayer, el líder el LTTE, Velupillai Prabhakaran, considerado un fanático, demostró que sus hombres están dispuestos a morir para seguir sus órdenes. Sigue enviándolos, como kamikazes, a perpetrar atentados suicidas y también en esta ocasión la mayoría de los 20 asaltantes eran conscientes de que no sobrevivirían. Algunos de ellos llevaban pegadas al cuerpo las bombas que hicieron explotar cuando llegaron a su destino.
La mayoría de los rebeldes son hinduístas. Al contrario que el Islam, su religión no les promete el paraíso si se convierten en mártires. Los enemigos de Prabhakaran lo acusan con frecuencia de reclutar a la fuerza a sus guerrilleros, incluso a niños. Sin embargo, en opinión de algunos observadores, los atentados suicidas muestran que dispone de una tropa fiel que sigue incondicionalmente sus instrucciones.
La Ciudad
