Con una vasta experiencia aquilatada a lo largo de 57 años de actividad, Osvaldo Robiolo, médico cardiólogo, presidente de la Fundación de la Federación Argentina de Cardiología y primer y único miembro emérito de la Federación Argentina de Cardiología, dejó la práctica activa de la medicina para dedicarse a participar de la vida institucional de las entidades que integra.
Graduado en la Universidad del Litoral en 1944, desde 1955 hasta la fecha ejerció la titularidad del servicio de Cardiología del Sanatorio Británico; fue profesor adjunto de Semiología, profesor titular de Semiotecnia y docente titular de Cardiología en la Universidad Nacional de Rosario, además de miembro fundador y presidente de la Sociedad Cardiológica de Rosario.
"Mi formación médica fue general. En 1944 casi no había cardiólogos, apenas algún electrocardiógrafo", recuerda quien cursó la carrera con dos grandes de la especialidad. "Mis docentes eran enciclopedistas, no sólo nos educaban en medicina sino también en filosofía, literatura y artes", destaca, mientras agrega que hoy los profesionales "salen de la facultad enfocados hacia alguna de las especialidades y se olvidan de la medicina general".
Al respecto Robiolo opinó que es positivo que el médico maneje bien la tomografía computada, la resonancia magnética o las ecografías que le permiten diagnosticar, pero advirtió que esa formación "olvida que se trata de pacientes".
Usar la inteligencia
"El paciente no es una persona que posee solo un corazón. Por el contrario, además de ese órgano, es un conjunto de cosas que si el médico no las interrelaciona, nunca podrá ser un buen especialista clínico", agregó.
Desde su experiencia profesional Robiolo insiste en la importancia de tratar al paciente como persona y no como un caso por resolver. "En 1950 la tecnología era pobre todavía, había que usar la inteligencia, los sentidos, saber auscultar, palpar, interrogar y fundamentalmente, saber pensar".
"El peligro de la tecnología es que el médico piensa menos porque tiene la oportunidad de que una resonancia magnética le brinde un diagnóstico objetivo. Desde el punto de vista del profesional, esto es malo", afirmó.
Reconocido mundialmente, Robiolo explicó que el rol de la cardiología argentina se puede abordar desde dos perspectivas: la pública y la privada.
"La cardiología privada en el país es excelente en los grandes centros como Buenos Aires, Rosario, Córdoba, La Plata. Sin embargo, no ocurre lo mismo en el ámbito público", dijo.
El doctor Robiolo pasó 46 años de su carrera trabajando en el Sanatorio Británico, además de su actividad docente y clínica, es autor de dos libros ("Diagnósticos fisiopatológicos en cardiología" y "Prolapso de válvula mitral"), además de uno próximo a editarse, "Cardiopatías congénitas en el adulto", para el que contó con el aporte de 19 profesionales.
"Me retiro del consultorio, no de la medicina -aclaró Robiolo-. Seguiré participando activamente en las instituciones, continuaré asesorando y educando en el sanatorio", dijo finalmente.