Yakarta. - Megawati Sukarnoputri, la hija del primer presidente indonesio, que gobierna desde ayer el interminable archipiélago asiático, después de la destitución de Abdurrahman Wahid, es una mujer esquiva, reservada y taciturna. La primera que gobierna esta enorme nación. Muy popular gracias a la fama de su padre, Sukarno, el hombre que liberó a Indonesia del dominio holandés, debe ahora hacerse cargo de una difícil herencia sin tener, quizás, capacidad para administrar la situación. La comunidad internacional enseguida le dio crédito, pero está claro que ahora espera de ella la prueba a que la someterán los hechos. Megawati era vicepresidenta del país desde la victoria del Partido de Lucha democrática, PDI, en las elecciones de 1999. Las urnas la designaron ganadora, pero el más hábil Wahid logró hacerse nombrar jefe de Estado por el Congreso. El general Suharto, el ex dictador que en 1966 sacó a Sukarno del poder, en 1996 hizo atacar por el ejército la sede del PDI. Desde entonces, Megawati se transformó en el símbolo de la resistencia al régimen militar. Adorada por su pueblo y en particular por las clases más pobres no tiene sin embargo ni el carisma ni la capacidad de su padre. Según algunos observadores, sin embargo, habría ganado aplomo con su paso por la vicepresidencia.Se dice que es una mujer de poca paciencia. Hasta ahora no dijo qué piensa hacer y en el discurso de asunción se limitó a genéricas declaraciones en favor de la democracia y de la unidad nacional. Tiene importantes relaciones con los militares, cuyo apoyo fue determinante en la destitución de Wahid y podría servirse de ellos para poner fin a los fermentos separatistas de las provincias de Aceh e Irian Jaya.
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