Yakarta. - El presidente de Indonesia, Abdurrahman Wahid, fue destituido ayer y su vicepresidenta, Megawati Sukarnoputri, prestó juramento luego que los legisladores perdieron finalmente la paciencia con el errático mandato del clérigo musulmán. El apoyo del ejército fue clave para el desenlace de la crisis. Previamente, en la noche del domingo, Wahid había decretado la disolución del Parlamento, pero esta orden fue desconocida y la asamblea lo destituyó.
Líderes mundiales, entre ellos el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, rápidamente respaldaron a Megawati citando sus credenciales democráticas y expresaron su esperanza de que Indonesia entre en un período de estabilidad.
La Asamblea Nacional Consultiva (ANC) tomó la medida tras rechazar una declaración de estado de emergencia de Wahid y después que el gobernante se negó a abandonar el cargo, apenas 21 meses después de iniciado su mandato de cinco años. Megawati, quien prestó juramento momentos después, prometió que haría lo mejor para el país.
La gran interrogante que persiste es si Wahid, el casi ciego primer presidente de elección democrática en la historia de Indonesia, aceptará calladamente la decisión. Un allegado y asesor dijo que Wahid había aceptado con tristeza lo inevitable, que se le hubiera destituido como presidente, pero que estaba conmocionado. A Wahid se le seguía un juicio político que inevitablemente iba a desembocar en su destitución.
Wahid se había negado desde hacía meses a cooperar con la Asamblea Popular Consultiva, el máximo órgano legislativo de Indonesia, y los esfuerzos para citarlo a que diese cuenta de su mandato.
Calma en Yakarta y Java oriental
Wahid, de 60 años, lideró el mayor movimiento musulmán del país, el Nadhatul Ulama, durante 15 años, antes de llegar al poder en 1999. El NU, del que se asegura tiene 40 millones de miembros, incluye también a un gran número de fanáticos simpatizantes de Wahid.
Con cientos de sus simpatizantes congregados en las afueras del palacio presidencial, un portavoz del asediado clérigo musulmán comparó previamente su postura a una jihad, o guerra santa islámica, para salvar del colapso a la cuarta nación más poblada del mundo.
Pero en Yakarta, donde las fuerzas de seguridad custodiaban el Parlamento y otros posibles sitios de confrontación, había calma, como también era el caso en el reducto del mayor respaldo a Wahid, la provincia de Java oriental, donde sus tenaces simpatizantes han prometido dar sus vidas para defenderlo.
Con la posibilidad de una confrontación con Wahid, los vecinos asiáticos de Indonesia, Australia, Estados Unidos y la Unión Europea se apresuraron a hacer un llamamiento en pro de una resolución pacífica.
Hablando a los periodistas en una visita a Italia, Bush dijo que estaba deseoso de trabajar con Megawati e instó a buscar una solución pacífica a la crisis del país. El primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, ofreció respaldo a la nueva presidenta y, en Hanoi, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático reconoció a Megawati como la nueva líder de Indonesia.
La crisis política que prácticamente ha paralizado a la nación por meses, ha causado temores de un regreso al derramamiento de sangre como ocurrió con la caída de Suharto en 1998.
Pero ayer el NU instó a sus miembros a no recurrir a la violencia para defender a Wahid. "Permitimos a todos los miembros de NU expresar sus aspiraciones de todas las formas posibles, pero debería estar basado en la paz", dijo Ali Maschan Moesa, presidente de la filial de NU en Java oriental.