Jerusalén. - La familia numerosa palestina estaba de camino a una boda. De pronto, cerca del puesto de control de Tarkumia, en la frontera entre Cisjordania e Israel, varios desconocidos los adelantaron en un automóvil israelí y abrieron fuego con armas automáticas. Los atacantes, que huyeron en dirección a Israel, dejaban a última hora de la tarde del jueves un baño de sangre: tres miembros de la familia, uno de ellos un bebé, fallecieron al instante, otros cinco resultaron heridos, en parte de gravedad, entre ellos los novios, así como un niño de corta edad.
Tanto el gobierno israelí como los líderes de los colonos judíos condenaron inmediatamente el atentado de Hebrón, del que se hizo responsable un "Comité para la Seguridad en las Calles". Dicho grupo judío fue fundado en los 80 por el rabino ultraderechista Meir Kahana, quien fue asesinado en 1990 en Nueva York por un árabe. El grupo, que hoy es muy próximo al prohibido movimiento ultraderechista Kaj, ya se atribuyó hace siete años el asesinato de tres palestinos en Tarkumia.
El asesinato de Hebrón no ha producido gran sorpresa: el servicio secreto interno israelí, Shin Beth, ya había advertido de atentados de este tipo. El jefe del Shin Beth, Avi Dichter, informó a principios de semana de una nueva "célula terrorista judía" que está activa en Cisjordania. De acuerdo con las informaciones, dicho grupo es responsable de tres ataques contra palestinos en los que ya ha habido una víctima mortal.
A diez meses del comienzo de la violencia palestino-israelí, se está constatando una peligrosa radicalización de los colonos judíos. Están amargados por los continuos ataques mortales en las carreteras de Cisjordania y por la "política de moderación" del primer ministro, Ariel Sharon, quien antes era el buque insignia del movimiento colono, que esperaba que empleara una mano más dura contra los palestinos.
Pero dado el "terrorismo judío", Israel teme una mayor escalada de la violencia y una situación anárquica de violencia y contraviolencia en los territorios palestinos. "Me siento como en Bosnia", dijo ayer el líder opositor israelí, el izquierdista Yossi Sarid.
Voces de venganza
Durante el entierro de los palestinos fallecidos ayer, los asistentes juraron venganza contra los colonos judíos. La organización al Fatah, del líder palestino Yasser Arafat, así como el grupo radical islámico Hamas anunciaron también represalias. "Los colonos tienen que entender que el terrorismo judío perjudica sobre todo su propia seguridad", escribió ayer el comentarista Roni Shaked en el diario israelí Yedioth Achronoth.
El atentado hasta ahora más sangriento cometido por un israelí contra palestinos fue el perpetrado en 1994 por el colono radical judío Baruch Goldstein, quien irrumpió en una mezquita de Hebrón y mató a disparos a 29 musulmanes, antes de ser ultimado él mismo.
Ahora, Israel teme que más atentados como el de Hebrón acaben obligándole a aceptar el despliegue de observadores internacionales a los territorios palestinos. Los ministros del Exterior del G-8, entre ellos por primera vez también EEUU, demandaron en Roma que una "tercera parte" observe la situación en la zona, aunque con la aprobación tanto de los palestinos como de los israelíes. El propio Arafat volvió a pedir ayer a los líderes mundiales el envío de una fuerza internacional a Medio Oriente.
Bajo la presión de este último atentado, Benjamín Ben Eliezer, ministro de Defensa israelí, volvió a rechazar de plano la presencia de observadores. Aunque continúa oponiéndose a ello, el ministro subrayó: "Si se obliga a Israel a ello, entonces sólo aceptarán observadores estadounidenses".
Al respecto, el secretario de Estado norteamericano Colin Powell dijo ayer que podría ser "muy útil" enviar observadores norteamericanos a Medio Oriente para vigilar el cese del fuego, pero sólo si los israelíes y los palestinos están de acuerdo.
La Ciudad
