Un tercio de los ejecutivos de Buenos Aires tiene elevados niveles de homocisteína en la sangre, "y lo peor es que la mayoría no lo sabe", dijo Abraham Finkelstein, director médico del Centro de Investigaciones Médicas Albert Einstein (Cimae) y uno de los pioneros en el estudio de la homocisteína en Argentina. Su impacto no es nada desestimable. Las personas con altas concentraciones de homocisteína en la sangre pueden tener el doble de posibilidades de padecer algún tipo de evento cardíaco, según estudios realizados por la Universidad de Harvard. Una investigación iniciada en 1993 por el Cimae en colaboración con el Hospital Israelita de Buenos Aires revela que el 36% de los ejecutivos entre 49 y 70 años -en su mayoría hombres- presenta niveles elevados de homocisteína. El exceso de esta sustancia se debe "a un déficit en el consumo de ácido fólico y de vitaminas B6 y B12", asegura Finkelstein. "No hay ninguna duda -subraya- de que el nivel elevado de homocisteína en la sangre es un factor de riesgo de infarto independiente de los otros factores conocidos". Los remedios necesarios para incorporar el ácido fólico y las vitaminas B6 y B12 caben en un maletín, y, para alivio de los hombres de negocios, no resultan muy caros: un frasco con pastillas suficientes para disciplinar a la homocisteína durante ocho meses se consigue por un poco más de 10 dólares. Los que prefieren una alternativa más natural, deberán elegir entre dos tazones repletos de cereales, un plato con suficientes espárragos como para abastecer a una familia tipo, una fuente de alcauciles o 400 gramos de hígado. Ya hay varios laboratorios de análisis en el país que pueden detectar la concentración en sangre de la homocisteína, lo cual -según Finkelstein- resulta una información muy útil para prevenir los ataques cardíacos. "La verdad es que dos tercios de los infartos no se pueden explicar a partir de los factores de riesgo tradicionalmente reconocidos, como el colesterol, el cigarrillo o el sedentarismo", reconoce Saul Soifer, ex director del Consejo de Epidemiología de la Sociedad Argentina de Cardiología. "Ahora tenemos que pensar muy seriamente en la homocisteína". Así, por ejemplo, ningún médico se atrevería a negar que el exceso de LDL -lipoproteínas de baja densidad por sus siglas en inglés, el llamado colesterol malo- incrementa la probabilidad de sufrir un ataque cardíaco. Sin embargo, las estadísticas de infarto se redujeron a la mitad en las últimas décadas mientras que la cantidad de gente con LDL elevado apenas ha disminuido. Un reciente estudio publicado en la revista The Lancet confirma que hay numerosos factores de riesgo cardíaco que todavía no han sido identificados o son poco conocidos.
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