Con algunos peinados muy elaborados medio desarmados y con carísimos vestidos y trajes de confección arruinados por yemas y huevos, los invitados caminaron dos cuadras hasta el Hotel Alvear, donde aguardaron al flamante matrimonio. Todos comenzaron el fino agasajo en uno de los salones más costosos de Buenos aires que por primera vez se vio vallado y protegido rodeado por centenares de policías antimotines con perros que no paraban de mostrar sus dientes.
| |