Marcelo Minichetti
Néstor Marconi y Atilio Stampone dirigirán la Orquesta Nacional de Música Argentina Juan de Dios Filiberto en el recital que la agrupación tiene previsto ofrecer esta noche, a partir de las 21.30, en el teatro El Círculo, Laprida y Mendoza. Actuarán, como solistas, los cantantes Sandra Luna y Raúl Lavié. Se presentarán, ademas, las parejas de baile que integran el ballet que dirige Norma Viola. En diálogo con Escenario, el bandoneonista rosarino Néstor Marconi reseñó la labor que lleva adelante tanto con el trío que conduce como con el Nuevo Quinteto Real y la Orquesta Nacional de tango Juan de Dios Filiberto. "El músico, más allá de tocar bien el instrumento o tener grandes conocimientos musicales, debe atender dos cosas que son primordiales: ser personal y, además, tener la ductilidad de adaptarse a cualquier otro tipo de estilo y de género", aseguró el músico, y enfatizó: "Yo trato de hacer lo mejor posible, pero no olvidándome nunca de Marconi". -¿Cómo anduvo su disco "Bien de arriba"? -Bueno, ya no es mi disco nuevo sino que hay otro más nuevo, que acabo de terminar de mezclar, que se va a llamar "Sobre imágenes" y está grabado con trío, quinteto, sexteto y octeto. Lo que podría ser la prolongación de "Bien de arriba" son cuatro temas de trío, pero es otra idea. -¿En su último disco también se asoman las distintas vertientes del tango? -Normalmente me gusta poner algún material del llamado tradicional. Tanto es así que en este nuevo disco hacemos "El arranque", "Pa' que bailen los muchachos" y "Sueño azul", que lo hago con un cuarteto de cuerdas con una elaboración un poco más actual, pero respetando lo que es ese maravilloso tema de Francisco De Caro. O sea que siempre me gusta poner esos tangos que marcaron y siguen marcando época. -¿Hay referentes después de Astor Piazzolla con el bandoneón? ¿Usted se siente uno de ellos? -Yo creo que, de alguna manera, uno está haciendo su camino y es lo que esperamos también de una generación nueva como la de Mainetti que grabó un disco con un quinteto, Niziman, Castro y Panne, aunque es de mi generación. -Muchos conjuntos nuevos están grabando temas que remiten a los orígenes del tango, ¿eso se debe a que no encuentran una identidad musical con lo que se hace ahora? -Eso es porque falta un poco la vena compositora, digámoslo así, la creadora, no solamente de orquestación, sino del tema en sí. Yo tengo necesidad, en cada disco, de poner algún tema de aquellos. Pero en un ochenta por ciento los temas son míos. -Antes había legiones de bandoneonistas porque también había muchas orquestas, ¿cómo se resuelve hoy el tema de la falta de grandes agrupaciones? -No hay una producción menor de bandoneonistas. Es cierto que antes se veían en cada orquesta a cuatro o cinco bandoneones, pero no creo que todos tocaran al mismo nivel. Desde hace unos diez años a esta parte hay una gran cantidad de jóvenes a quienes les interesa mucho el instrumento, inclusive mujeres. Pero las orquestas son imposibles de bancar. El asunto es que estos chicos hagan sus cosas, busquen sus estilos y se busquen a sí mismos y puedan tener algo para mostrar. -¿El bandoneón es un instrumento del que se apropió el tango? -Se utilizó para hacer otro tipo de música pero después quedó un poco en el olvido en su lugar de origen, Alemania. Ahora hay mucha gente que lo ha retomado pero siempre con la idea de tocar tango. Los argentinos nos hicimos dueños del bandoneón creo que por convicción, por piel y por saber cómo es esta forma de tocarlo y qué música tocar. No quiere decir esto que sea un instrumento solamente para el tango, pero es especial. -¿Cómo siente los regresos a Rosario como el que protagonizó en la última Cumbre Mundial del Tango en el 2000 y el de hoy? -Con mucha emoción y con muchos reclamos porque no tuve muchas posibilidades de tocar en Rosario a pesar de ser rosarino. Se me dio hace unos tres años cuando actué con mi trío en el anfiteatro del Parque de España y se me dio con el quinteto en el 2000. Pero creo tener el derecho de estar más veces en Rosario. -Hoy tendrá oportunidad de un nuevo regreso. -Sí. Esta vez será con la Orquesta Juan de Dios Filiberto. -¿Con qué frecuencia trabaja la orquesta? -Trabaja durante toda la semana en ensayos y los martes se presenta en el Teatro Nacional Cervantes o en el teatro Roma, de Avellaneda. Los jueves hacemos audiciones en Radio Nacional. Normalmente hay un mínimo de dos funciones semanales. -¿Qué siente cuando toca en el Quinteto Real al lado de músicos como Horacio Salgán o Humberto De Lío? -Bueno ya se ha hecho como una familia y, aunque perdura el gran respeto por una figura como la de Horacio Salgán, toda aquella emoción de tocar con él se pierde luego de compartir durante tanto tiempo un escenario. Pero para mí fue muy emocionante cuando, hace seis o siete años fui, digamos, responsable de sacar este nuevo Quinteto Real. Luego de estar tocando en el Club del Vino y juntarnos para hacer un final, ellos con su dúo y yo con mi trío, se fue armando el quinteto. Es siempre agradable, a pesar de que ya pasaron seis años que estamos juntos, hacer esta música, además de su importancia y su nivel, es algo muy alegre y, tanto el público tradicional como los jóvenes, se enganchan totalmente. -Utilizando el lenguaje de los más jóvenes, ¿diría que el quinteto es un "fierro"? -Claro (risas). Agrupa a todas las generaciones. -Usted trabaja con distintas agrupaciones y en muchos escenarios, ¿cómo hace para adaptarse a los diferentes estilos? -En el músico, más allá de tocar bien el instrumento o tener grandes conocimientos musicales, creo que hay dos cosas que son primordiales: ser personal pero, además, tener la ductilidad de adaptarse a cualquier otro tipo de estilo y de género. Yo trato de hacer lo mejor posible pero no olvidándome nunca de Marconi. -¿Cómo es la experiencia de tocar con grandes orquestas internacionales como la de Lalo Schiffrin? -El bandoneón, en la experiencia que hice con Lalo en el tema "Esperanto", aparece como solista, como si fuera una trompeta o un clarinete. No es un instrumento de masa, de banda. Lalo tenía sus dudas acerca de escribir para el bandoneón. Incluso me llamó varias veces antes de que se hiciera el concierto en Colonia, Alemania, para conocer las posibilidades del instrumento. Pero al final lo hizo fue dejarme en libertad a mí para que me explayara sobre una idea de él. -¿Cómo fue su pasado artístico rosarino? -Me fui cuando tenía 18 o 19 años, con la orquesta de José Basso que estaba haciendo una gira, paró en Rosario y le faltaba un bandoneón. Fue por el 62 o 63. De ahí me enganché, me fui para Buenos Aires y me quedé. -¿Con quiénes trabajó en Rosario? -Toqué con muchas orquestas como la de Raúl Bianchi y Julio Conti. Después formé un cuarteto que se llamaba Los Cuatro Señores del Tango donde estaban Tejedor, Vega y Lito Veniel. Trabajé también con Julián Chera. -¿Se veía con maestros del instrumento como Antonio Ríos? -Bueno, no muchas veces. No lo encontraba normalmente, salvo algunas veces cuando yo tocaba con el cuarteto en bares de Rosario Norte como Los Colonos y El Mitre. El cuarteto de Antonio trabajaba en un lugar y yo en otro. Aunque no tuve muchas posibilidades de verlo, con lo poco que lo escuché, me di cuenta enseguida que era una barbaridad: un señor bandoneonista y un señor músico. -¿Cómo hace para compartir la dirección de la orquesta con Atilio Stampone? -Cuando hacemos espectáculos juntos dirigimos medio concierto cada uno. -¿Es fácil manejar la orquesta entre dos? -Eso no es un problema porque cada uno hace sus arreglos y es algo individual, aunque el sábado compartamos un recital. Son dos partes individuales. -¿Hoy los elencos orquestales grandes son posibles únicamente por el apoyo oficial? -Sí, sí. No hay otras posibilidades porque no hay lugares donde llevarlos a trabajar. Podría ser que nos llamen del extranjero, pero a veces eso es imposible también por el alto costo de los traslados.
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