"En la Argentina actual -se lee en la nota preliminar de "Extinción"- el trabajo se ha convertido en un bien raro: los trabajos perdidos, superados por el avance técnico o por el nuevo reparto global de los roles económicos, no son reemplazados por otros y hacen, sobre todo, falta". Esa frase delimita el campo de acción de la investigación fotográfica de Dani Yako: "Rescatar del olvido cosas que están por desaparecer o han desaparecido y ya no volverán", según dice el propio autor.
El libro, que acaba de publicar Editorial Norma y que presenta además textos de Martín Caparros, es el resultado de un trabajo que Dani Yako inició hace once años, con un reportaje a los mineros de Río Turbio. "Me tomé mi tiempo. Hice este trabajo a mi gusto, sin cargas editoriales: me financié por mi cuenta o con becas que recibí", dice el fotógrafo, que nació en Buenos Aires en 1955 y es editor jefe de los suplementos del diario Clarín.
La serie de fotos tomadas en Río Turbio es la que abre ahora el recorrido: hombres en el trabajo de la mina y en el paisaje desolado del lugar, en la luz del amanecer y en la oscuridad casi sin fisuras donde extraen una riqueza escondida. Luego hay un recorrido por diferentes espacios, de Misiones a Tierra del Fuego, y por distintos tiempos, del pasado irrecuperable que supone un taller ferroviario que ya no existe al futuro que se insinúa en los obreros que reabrieron por su cuenta un frigorífico.
En ese tránsito puede comprobarse que el tema del libro no es sólo la evolución de algunos trabajos en la Argentina contemporánea sino sobre todo la situación de las personas que hasta hace poco se relacionaban entre sí como trabajadores y que ahora son desocupados.
Documentos de una crisis
"Un fotógrafo siempre sueña con hacer un libro -dice Dani Yako-. Para mí y creo que para la mayoría el mejor formato para mostrar el material es el del libro. Ahora, no es que trabajé con la idea de que iba a hacer un libro. La idea fue documentar la crisis laboral como un trabajo que me interesaba en lo personal".
Se trata de oficios en algunos casos primitivos: los obreros de un horno de ladrillos de La Banda, Santiago del Estero, que no utilizan sino la tierra como elemento de trabajo y que terminan por mimetizarse con esa materia. Los trabajadores de una fábrica de televisores, en Ushuaia, se instalan en un lugar diametralmente opuesto, ya que surgen de una industria que en algún momento recibió generosas promociones. Pero ahora esos extremos se tocan ante la desaparición del trabajo, o su precarización.
"En el caso de los televisores, en algún momento fueron industrias donde se invertía tecnología de punta, como se decía -dice Dani Yako-. Otros temas del libro son los trabajos manuales que están cambiando y se mecanizan. En Río Turbio el problema tiene que ver con que el carbón se utiliza cada vez menos como fuente de energía. En el caso de la papa, que yo tomé en Balcarce, provincia de Buenos Aires, no es que deje de hacerse la recolección: lo que se pierde es el oficio de los juntadores, con la llegada de las grandes marcas de papas fritas. Lo mismo pasa con el azúcar, en Tucumán".
-El ferrocarril remite a la política reciente.
-Sí. Justo empecé a hacer los talleres ferroviarios de Remedios de Escalada, un lugar impresionante, en el año 91, que es cuando se empieza a dar el fenómeno de la privatización y el cierre de los ramales que no funcionaban. Alguien me decía que ha quedado un diez por ciento de las líneas férreas que teníamos. Los talleres Escalada, donde se reparaban y se hacían casi las máquinas de nuevo, los vagones, ya no existen.
-En ese caso la extinción no ha sido metafórica.
-No. Tampoco lo fue en el caso de Aurora, en Tierra del Fuego, que ha cerrado.
-¿Cómo fue la producción de las fotos?
-En general me tomaba un tiempo previo, antes de hacer las fotos, para hacer contactos, relacionarme con gremios, cooperativas y gente que tuviera que ver con el trabajo que me interesaba documentar. Después dedicaba un par de días para introducirme en ese medio, para charlar y sobre todo para que no me vieran como un extraño. Recién después comenzaba a hacer fotos. Cada reportaje me puede llevar de diez a quince días. No te digo que me aceptaban como uno más, pero al final yo también estaba ahí, compartía tiempo con ellos. Aunque sea de la ciudad, lo que sería algo privilegiado, muchos me ven como un trabajador, una especie de colega.
Blanco y negro
En Leandro Alem, Misiones, "la tierra es de venganza: quebrada, inagotable, roja". Los rostros de los obreros del tabaco surgen allí como porciones apenas un poco más claras de la selva en que se mueven. En el horno de ladrillos de La Banda, la tierra adquiere una importancia todavía mayor. "Ese es un trabajo de lo más primitivo, que casi no tiene costo -comenta el fotógrafo-, salvo la mano de obra. La tierra provee todo: hay que tener un caballo y una pala".
En la serie tomada en el taller de Remedios de Escalada, Dani Yako presenta una imagen cargada de sentido: un obrero con las manos cruzadas. La mano derecha está completamente ennegrecida, guarda el sello de la faena; la otra se ve blanca, reposa inmaculada. Luego siguen algunas máquinas que parecen salidas de "Metrópolis", la película de Fritz Lang; pero no forman parte de ningún futuro.
En otra foto de la misma serie, se presenta el trabajo de uno de los obreros en el taller. El centro de la imagen parece estar dado por la luz que se filtra por una ventana y que pone de relieve la dimensión de la oscuridad del ambiente.
En contraste, en las Salinas Grandes de Jujuy todo es blanco: las superficies se extienden refulgentes, impecables. Las herramientas son elementales: picos y palas. Hay un obrero que aparece con su equipo de trabajo: anteojos y sombrero, ya que hay que protegerse del sol. En el frigorífico de La Matanza -serie que cierra el libro- el blanco surge de los delantales de los matarifes, pero para destacar mejor las huellas de un trabajo esforzado y sangriento. "Algunas fotos se vuelven metafóricas", dice Dani Yako.
-¿Cómo surgió la idea de agregar textos a las fotos?
-Soy amigo de Caparrós desde hace mucho y lo aprecio como escritor y periodista. Pero sobre todo yo no quería hacer un libro para fotógrafos. Desde ya que me gustaría que a los fotógrafos les guste o que se sientan identificados. Pero en general, en los libros de fotografías, los textos hablan de las fotos. Y eso no me atraía. Yo quería que textos hablaran de esas actividad, del futuro y del pasado. Creo que en ese sentido van muy bien.
-Algunas imágenes parecen de ciencia ficción. Por ejemplo, en la serie de los televisores, la del obrero que aparece con una máscara.
-Bueno, esas son cosas típicas de los trabajos. Creo que el libro tiene también algo didáctico, en el sentido de que puede mostrar cómo eran cosas que no existen o que en poco tiempo dejarán de existir. También mi idea fue hacer algo un poco federal, trazar un recorrido del norte al sur del país sin pretender armar una enciclopedia. Algunos de los temas me interesaban en particular. El frigorífico de La Matanza aparece me parecía que el tema de la carne era crucial en esta historia y en este país y surgió de leer en un periódico que reabría Yaguané, uno de los grandes frigoríficos de la Argentina, que había quebrado y que sus trabajadores volvían a poner en marcha. Quizá por eso sea el último trabajo que muestra el libro, como para afirmar una cierta esperanza.