Los ensayos de "El abrigo de aire" proponen una manera singular de abordar la literatura, que sin desdeñar el rigor pone también en juego el imaginario de las anécdotas de los autores tratados. En "El cielo del paladar", Mónica Bernabé ingresa a la obra de Virgilio Piñera a través de las reuniones que celebraba el narrador en su casa para dar a conocer sus textos inéditos. A continuación, un fragmento del ensayo: "Virgilio, el cocinero, distribuía los ritmos gastronómicos obedeciendo a una temporalidad literaria: un poema de Valéry, salmodiado en francés, le servía para calcular el tiempo exacto que lleva la cocción de los spaghettis." "El anecdotario dice de los modos inesperados en que la literatura puede escandir la vida cotidiana cuando una recitación viene a determinar el tiempo de una cocción. Más aún, la sorprendente utilidad que Piñera le otorga a un poema de Valéry parece cumplir con el sueño de los mejores vanguardistas, aquel que aspiraba a reinsertar el arte por los canales en donde fluye la vida. En la sencilla cena también es posible vislumbrar un procedimiento de escritura: de la escasez a la nada, el escritor Virgilio Piñera hace virtud. Está claro que a los rituales de la nada no asiste el Señor Barroco de la sobrenaturaleza americana. Sin embargo, en la modestísima tertulia, es posible advertir una actitud barroca. Aquella que Leo Spitzer señaló en los "crueles desenmascaradores de la tragedia de la tragedia de la carne flaca"...
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