Algunas son creíbles, pero la mayoría carece de creatividad. Igual, los conductores se arriesgan y buscan cualquier excusa para zafar de una multa. Aunque ni ellos se convencen con sus argumentos, apelan a los versos más insólitos: desde esperar en doble fila a la abuela que entra al geriátrico hasta buscar artilugios para sensibilizar al juez de faltas. La Capital reunió las excusas más comunes, que podrían engrosar tranquilamente un pequeño manual del versero ilustrado. Muy pocas tienen éxito, pero de todas formas apelan a ellas: * Un leve empujoncito. "Le aseguro que lo dejé estacionado en la mitad de cuadra, pero me lo empujaron tanto que quedó en la esquina". * Invocando al familiar. "Estacioné apenas un minuto, mientras esperaba al nene salir de la facultad. Se lo juro". "Bajé cinco segundos para acompañar a la abuela al geriátrico". * El bebé patea. "Iba rápido porque no llegaba al sanatorio, me sentía mal; como verá, estoy embarazada". * El gran hermano. "Cuando me hicieron la multa, mi hermano tenía el auto. Por favor, yo no puedo hacerme cargo de todo lo que hace ese irresponsable". * Apelando a la sensibilidad. "Por favor, mi papá me mata", "Gano 300 pesos por mes y mi mujer es desocupada, no estoy en condiciones de pagar 100 pesos por una multa". * El conocido. "¿Sigue trabajando acá Juan Pérez? Lo quería saludar porque lo lo conozco desde la cuna". * Parquímetro descompuesto. "Yo fui a sacar el ticket del estacionamiento medido, pero la máquina no andaba". * El acaudalado. "Tuve que entrar al microcentro porque iba al banco, y siempre saco mucha plata de la caja. Hoy en día hay muchos robos". * Esperando a la abuela. "Fui a llevar a mi mamá al centro porque no puede caminar mucho y el colectivo la deja muy lejos". * Después de dos horas..."Bajé dos minutos a entregarle unos remedios a mi señora, estaba en la puerta de mi casa".
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