La alternativa que llega desde Oriente parece tener muchos adeptos, aunque sean snobs. Aparecieron los decoradores de feng shui, los instructores de tai chi y los maestros de reiki; algunos con varios años de práctica pero más conocidos ahora. Términos como ying y yang, mantra, zen, karma, nirvana o tao son aplicados por seguidores y hasta devotos. Y por supuesto no faltan quienes dicen haber optado por el sushi y el sake en vez de repetir la clásica parrillada.
Soledad, vendedora en el subsuelo de Falabella, observa los clásicos palitos (ohashi) o los bols chiquitos para sopa o arroz (owan) y arriesga: "Me parece que la gente aquí los compra más como un elemento decorativo que porque esté decidida a comer con palitos. La verdad es que son de muy buen diseño", aprecia.
Sucede que en el último mes varios comercios de decoración y casi todos los del centro incorporaron las vajillas propias de los hogares japoneses, junto a los carrillones en metal, madera o cerámica tan usados en los ambientes del otro lado del mundo. Los llamadores de ángeles se están vendiendo muy bien.
El paso por una librería corrobora otro costado de la tendencia. "El boom por los libros de feng shui, palabras absolutamente desconocidas tiempo atrás, comenzó hace un año", cuenta María Fernanda Mainelli, de librería Ross. "Pero la gente no los compra curiosa de la tradición milenaria china, sino porque se prende a todo aquello que cree que le ayudará a vivir mejor: cuestiones sencillas, fáciles, recetas de vida".
El feng shui, rescatado mundialmente por los entusiastas de la New Age, es una práctica basada en la herencia y tradición del pueblo chino muy aplicada al diseño y decoración. "Ciertos consejos parecen del tipo revista Para Ti, medio cholulos, como eso de «ponga un cuadro de patos mandarines en el dormitorio para andar bien en el amor», pero otros son más elaborados", opina María Fernanda. "Hay una fiebre de feng shui en Estados Unidos y parte del eco llegó hasta acá", apunta.
La suave fortaleza del tai chi
Daniel Capello es instructor de tai chi en el gimnasio Barat Yorio y en la Asociación de Tai Chi Chuan (Salta 1570): "Si no fuera por la crisis económica, que priva a mucha gente del gimnasio, tendríamos muchos más alumnos", asegura. "El tai chi es un arte marcial basado en el manejo de la energía corporal interna con la práctica de ejercicios suaves o de combate; enseña a relajarse, respirar debidamente, corregir posturas, fortalecer el cuerpo. Yo hasta pude eliminar dolencias como una rotura de meniscos a los que fortalecí con ejercicios y sin necesidad de operarme", recuerda.
"Una vez, invitado a un seminario, vino un maestro chino -recuerda Daniel-. Tenía 90 años y una postura firme, erguida, inhabitual en cualquier occidental de esa edad, que tiende a encorvarse. Cuando le tocó disertar fue el único que no necesitó el micrófono. Era impresionante".
Alejandro Toguchi, representante de la Asociación Japonesa, dice estar convencido de que "todo empieza como una cuestión de moda, pero puntos centrales de la vida oriental, como no agredir al físico o atarse a la naturaleza, son difíciles de abandonar una vez adoptados. La dieta es más sana que en Occidente y prueba de ello es que los orientales viven más años".
Una técnica milenaria de sanación
Daniel García alterna su peluquería en Maipú al 1200 con las enseñanzas de reiki. Es maestro. "El reiki es una técnica milenaria de autosanación basada en la posición organizada de las manos sobre centros energéticos, sobre los meridianos de acupuntura", precisa.
"El cuerpo cobija todos los anticuerpos capaces de contrarrestar las enfermedades y el reiki enseña a activarlos mediante la energía. Así, por ejemplo, quien necesite pastillas para dormir podrá abandonarlas de un día para otro, como me sucedió a mí cuando empecé en la práctica".
"He ayudado a mucha gente -afirma-. Y creo que el vuelco a estas alternativas se produce porque las personas quieren vivir mejor y no encuentran el camino en el mundo occidental, donde todo es consumo y ante cualquier problema de salud hay que llamar al médico. De ahí esta corriente de simpatía por la filosofía oriental".
García previene y afirma que "hay que tener cuidado porque hay tantos maestros que parecen haber brotado como hongos en los últimos tiempos".
"El reiki no es un don -aclara-; uno, mediante la instrucción lograda de otros maestros, adquiere la capacidad para pasar la energía en su propio cuerpo o a terceros y lograr la sanación".