"Prefiero morir sin hacer el templo antes que dividir a la comunidad", sentenció hace tres años el párroco de la capilla Cristo Rey, Libio Gorza. Con ese llamado al "silencio", se frenó por entonces un proyecto de su autoría que contemplaba reemplazar la tradicional capilla de Fisherton por un templo monumental. La propuesta generó polémica y terminó en una radical oposición por parte de mil vecinos y del Concejo Municipal, con una también desfavorable opinión del Colegio de Arquitectos. Ahora, el tiempo del silencio parece haber expirado. El 24 de mayo del 98 se conoció un proyecto fogoneado por el padre Gorza para levantar, en el actual emplazamiento de la capilla, lo que por entonces llamó una "iglesia campamento del pueblo de Dios". El templo, de compleja estructura radial y fuerte simbolismo bíblico, se planteaba como un "atractivo turístico". La iniciativa preveía adelantar siete metros la emblemática fachada de la capilla hasta transformarla en el ingreso a la llamada Tienda del Encuentro, una gran nave central conectada por puentes y espejos de agua a otros sectores, como la Tienda del Rey o la Tienda Penitencial. Por entonces, el proyecto despertó el entusiasmo del arzobispo de Rosario, monseñor Eduardo Mirás, quien exhortó a Gorza a "no cejar en su empeño por edificar el templo", e incluso del intendente Hermes Binner, que quedó así en off side respecto del propio oficialismo. Un mes antes, el Concejo ya había dado las primeras señales de alerta. El 23 de abril del 98, aprobó por unanimidad una propuesta del edil Miguel Montrassi (PDP) y varios de sus pares oficialistas para declarar a la capilla sitio histórico-cultural y de interés cultural y patrimonial arquitectónico. Encomendó además al Ejecutivo realizar las gestiones pertinentes para preservar al inmueble de posibles alteraciones. Desde Planeamiento también surgieron objeciones. Por ejemplo, del Programa Municipal de Preservación del Patrimonio y del entonces secretario Rubén Palumbo, quien llegó a ofrecer otras tierras a Gorza para edificar el megasantuario sin afectar la capilla original. Pero hubo más voces. Los vecinos de Fisherton, con el especialista en arquitectura Iván Hernández Larguía a la cabeza, pusieron el grito en el cielo y juntaron mil firmas para frenar la iniciativa. El Colegio de Arquitectos también expresó su oposición.
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