Año CXXXIV
 Nº 49.157
Rosario,
domingo  24 de
junio de 2001
Min 6º
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Mercados
Un voto en contra del paquete de medidas

Salvador Di Stefano

Los mercados votan diariamente, y en el caso de Argentina, el resultado de esa votación fue ampliamente negativo ya que una vez más creció el riesgo país a los 992 puntos y el índice Merval quedó en 415 puntos. Con las medidas anunciadas Cavallo no hizo más que confirmar que es Machinea disfrazado. En diciembre de 1999, el entonces ministro de Economía aplicó un impuestazo que hizo que el gobierno dilapidara en los primeros meses de su gestión todo el poder político que tiene un presidente al asumir. Esta señal equivocada llevó a que la economía no se reactive y lentamente Argentina desapareció de los mercados de crédito internacionales.
En la semana que termina, Cavallo aprovechó la oportunidad para realizar un nuevo impuestazo, ya que generalizó el IVA sin generalizarlo, y quitó los diferimientos impositivos sin quitarlos.
Cómo se entiende esto. Es muy sencillo: aumentó impuestos que existían y los hizo deducibles de IVA. De esta forma, quien no tenga IVA, sufrirá un aumento en los costos, de modo tal que la suba del impuesto al cheque y los aportes patronales deducibles de IVA operan como una generalización de este impuesto hacia los rubros que están exentos. El segundo caso es mucho más grave. Aquellas empresas que diferían el IVA y realizan inversiones en algunas provincias verán disminuir ese beneficio ya que se aumentaron otros impuestos que deducen sobre el IVA, de modo tal que esta nueva norma opera una quita del beneficio de diferimiento.
El resultado será, en el corto plazo, una suba de la recaudación que permitirá mostrar números más razonables a los organismos financieros internacionales. Así, debería producirse una suba de los bonos.
En cambio, para la economía real, el impuestazo no hace más que retraer el consumo y reasignar los recursos en forma ineficiente ya que se le saca al privado que lo administra bien para dárselo al Estado.
Entrando de lleno al confusionismo economicista de Cavallo, todos los viernes cada quince días se llevó a la práctica una medida que no resulta clara a primera vista. En su último capítulo, el gobierno instaura un dólar exportador e importador, entregándole a los exportadores un reembolso en efectivo, hasta tanto no se cumpla efectivamente la nueva convertibilidad que comenzará a operar cuando el dólar y el euro lleguen a cotizar a 1,00. De esta forma se benefician las empresas exportadoras, y se perjudican las importadoras, ya que a partir de ahora se encarecen sus productos. Las mayores importaciones son las relacionadas con bienes de capital, por ende, se está encareciendo la inversión, lo cual implicará menor crecimiento futuro.
La instauración de un dólar comercial hizo que en el exterior la medida no sea bien recibida, y si bien hay un apoyo generalizado del empresariado local, desde el exterior no se consiguen mayores adhesiones ya que el riesgo argentino no ha mostrado una baja en los últimos días, sino todo lo contrario, ha trepado a niveles cercanos a los 1.000 puntos. Si a esto le sumamos que Cavallo se muestra enfrentado con buena parte de los economistas y que está fuertemente enemistado con gente de su propio equipo, no hay motivos para pensar en una fuerte baja en el riesgo país en la semana que se inicia.
Fuentes de mercado asegurarían que Daniel Marx, actual viceministro podría alejarse del cargo. Si bien el megacanje fue un éxito, Marx habría objetado algunos detalles de la operación que definió el ministro. En este contexto, las calificadoras de fondos del exterior, siguen sin modificar la nota de Argentina, y el martes, el gobierno se debe enfrentar a un nuevo examen ya que saldrá en busca de 350 millones de dólares, en Letes a un plazo de 91 días. La tasa podría no ser muy alta pero es seguro que estará por encima del 8% anual, no se convalidarán los precios de hace quince días y se observará un nuevo aumento en los costos financieros del Estado.
Cavallo no es el mismo que el de la década del 90: trabaja en un contexto de crisis política permanente, con un presidente debilitado y con el inevitable paso del tiempo.


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