Año CXXXIV
 Nº 49.157
Rosario,
domingo  24 de
junio de 2001
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Polémica revisión de la última dictadura militar
"En tiempos de oscuridad 1976/83": Un periodista entre dos demonios

Isolda Baraldi

Luego de transcurrido un cuarto de siglo del último golpe militar, distintos escritores y periodistas se han dispuesto a dar cuenta de esa etapa política de la Argentina. Los trabajos, en general, intentan no apartarse de la investigación histórica que hablan de los protagonistas, de las condiciones sociales, económicas y culturales que expliquen -si es posible- la brutalidad y el horror que imperó en el país durante larguísimos seis años. James Neilson, periodista del diario "The Buenos Aires Herald", editado en inglés y para un reducido público de la comunidad británica (fundamentalmente de Capital Federal) decidió publicar en castellano una selección de notas escritas entre 1976 y 1983, bajo el título de "En tiempo de oscuridad", de Emecé. Los artículos dan cuenta de la evolución del terrorismo de Estado que impuso la dictadura, en nombre de la ley y el orden en el denominado Proceso que arrancó el 24 de marzo de 1976.
Los memoriosos recordarán que, efectivamente, el "Herald" fue quizá el único periódico legal que consignaba las tropelías de los militares. Más aún, sus páginas estaban abiertas para que aparecieran pequeñas solicitadas donde se podían hacer públicas las violaciones a los derechos humanos y pedidos de hábeas corpus por las personas desaparecidas.
La magistral pluma de Neilson descubre a un refinado defensor de la teoría de los dos demonios y, a pesar de importantes denuncias entre tanto silencio sepulcral, el periodista queda preso de esa contradicción. A saber, él mismo en el prólogo da un marco histórico nacional e internacional que intenta justificar el golpe con verdades irrefutables junto a otros argumentos cuanto menos pueriles.
Es cierto que, entonces, los golpes de Estado eran moneda corriente, sobre todo en América Latina, por lo que en 1976 la gran mayoría de la sociedad argentina y obviamente los partidos políticos mayoritarios apoyaron, de modo no activo, el accionar de la junta, encabezada por Jorge Rafael Videla. Pero no es menos cierto que ya cuando las Fuerzas Armadas asumen el poder el terror se había instalado en las calles del país.
En ese marco, Neilson propone un miniensayo filosófico sobre el papel y el accionar de los periodistas y de la información pública en general. "Los dilemas eran muchos y, andando el tiempo iban a multiplicarse. La necesidad práctica de convivir con una dictadura, aceptarla o reconocerla, era evidente pero corruptora: ¿cuántas concesiones podría hacer un periodista sin convertirse en un hipócrita cabal?", pregunta el escritor, y da comienzo a una serie de explicaciones que lo implican. Sin embargo omite explicitar cuántos periodistas de esa época fueron asesinados, desaparecidos, exilados o que simplemente renunciaron a la profesión por una cuestión ética.
Con la misma lógica de pensamiento Neilson llega a escribir que los dictadores "se proclamaron demócratas y defensores de los derechos humanos", aunque en los hechos hicieran lo contrario. En ese punto el politicólogo, que se califica a sí mismo como un "columnista de actitudes liberales, en el sentido anglosajón de esa palabra de resonancias tan dispares", cuestiona su propia profesión y acaso esgrima su defensa.
Suponiendo que el dilema, en verdad, fuera difícil de sortear, qué razonamiento le hace escribir a Neilson, por ejemplo: "Puede que algunos, entre ellos Videla, fueran sinceros antes de rendirse a las lógicas terribles de las circunstancias". O más aún, cuando asegura que "era posible ser «procesista», en el sentido de estar a favor de los objetivos y contrario a todo cuanto hacían los militares en nombre del Proceso".
El delicado equilibrio en el que Neilson se esfuerza por apoyarse, no es interpretado por la inteligencia militar, por lo que el periodista sufre diversas amenazas y persecusiones a lo largo de esos años.
En esta contradicción, Neilson abre la llave maestra para comprender la hilación de sus artículos publicados semana a semana, con la interrupción que sufrió en el período de la guerra de las Malvinas, cuando debió exilarse. Durante mucho tiempo iguala a las fuerzas del "mal y del bien", en tanto entiende que las atrocidades cometidas por las últimas son ilegales y no avaladas desde el Estado.
A fuerza de los años y del transcurrir del tiempo Neilson acepta que fue desde el poder que muchas de esas políticas se implementaron pero y, a pesar de accionar de la Justicia de la democracia, pone en duda las intenciones asesinas, por ejemplo de Videla. El libro es interesante y cada artículo quizá sea un pieza única dentro del periodismo argentino, en tanto proporciona elementos de juicio acerca de la forma en que los medios de comunicación accionan frente al poder.



El Mundial 78, una victoria de la dictadura argentina.
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